por Jose Ramos-Horta
(Trad. por L.Haidar del original en inglés: Timor's link to a Saharan struggle)
Cuando una vez más visité Australia para asistir a la inauguración de la semana del Festival Internacional de Cine de Melbourne, coincidí con el alboroto causado por la película Stolen, que sería proyectada en el festival y que representa a menor escala la importancia de la verdad en la lucha por la justicia. La película, cuya pretensión es la práctica extendida de la esclavitud en los Campamentos de Refugiados Saharauis, representa a muchas de las realidades deplorables de esta dinámica centralizada. Y es un guión que yo acabo de conocer muy bien.
He seguido de cerca la cuestión del Sáhara Occidental durante décadas y a lo largo de nuestros años de lucha por la independencia, nació una gran amistad y una fuerte solidaridad entre los timorenses y los saharauis. He tenido encuentros con muchos saharauis y he visitado dos veces los Campamentos de Refugiados Saharauis al igual que las Zonas Liberadas. No he visto ninguna forma de esclavitud en dichos campamentos sino que, más bien, lo que tengo sabido de los saharauis es que son cultos y están comprometidos con su lucha por la libertad.
Sin embargo, Timor del Este y el Sáhara Occidental también se han diferenciado, pues mientras nosotros nos independizamos en 1999 los saharauis siguen todavía sin lograrlo. Lo cual es inexplicable: antes de la independencia, en realidad nosotros teníamos menos apoyo oficial internacional, teníamos menos reconocimiento regional y estábamos más divididos internamente que los saharauis.
La otra diferencia importante entre nuestras historias es que Timor del Este es un país predominantemente cristiano, mientras que los saharauis son musulmanes. A resultas de esto, el Sáhara Occidental fue catalogado como semillero de terrorismo islámico y como base potencial para Al-Qaeda. Esta especie de racismo reflejo permitió que el ocupante ilegal del Sáhara Occidental, Marruecos, jugara la carta de la seguridad y obtuviera suficiente fuerza como para destruir la agenda oficial de descolonización de las Naciones Unidas que tan bien nos sirvió a nosotros.
El filme Stolen surge como un ejemplo crudo de las implicaciones de esta realidad. Cuando los políticos de turno animan a ello, es fácil descartar a sociedades que, a través de las lentes de la intolerancia, son vistas como atrasadas y, del mismo modo, fabricar historias falsas según determinadas necesidades.
La situación en la que se encuentra actualmente el Sáhara Occidental es la misma que afrontó Timor del Este antes de su independencia y cuya balanza se inclina a favor de quienes apoyan el status quo. Indonesia y Marruecos estaban o están capacitados para fabricar una sarta de razones para negarle a estos pueblos un proceso de autodeterminación libre y justo.
El papel de Australia en la liberación de Timor del Este del yugo del gobierno indonesio ha sido, y es, fundamental. Partiendo de mi trato con muchos australianos, sé que dicho país fomenta los más altos niveles en derechos humanos y democracia y no tengo ninguna razón para cambiar de opinión.
También sé que la verdad es una mercancía muy trocada en el mercado de la política de descolonización. El predominio de los intereses de Estado del poder gobernante –Indonesia en aquel entonces, Marruecos actualmente- siempre doblegará a la verdad para que se ajuste a los imperativos políticos del momento. Además, el balance desequilibrado de los recursos al igual que la capacidad para tener mejor acceso a las estructuras geopolíticas del poder es algo que beneficia al colonizador.
Según lo que estamos aprendiendo en Timor del Este, la libertad requiere responsabilidad. Y el hecho de poder disfrutar de la franqueza democrática no puede ser excusa ni para las opiniones de pacotilla ni para conductas irresponsables. Ser en teoría libre para cometer actos injustos, sean artísticos o de otra índole, no es razón válida para cometerlos.
Como amigo de los saharauis, les pido a todos los australianos y australianas que se tomen un tiempo para entender las cuestiones que rodean al conflicto del Sáhara Occidental. Les imploro a todos que busquen la verdad con vigilancia y compromiso para que, así, las mentiras sean puestas en evidencia y no se les reconozca a los intereses atribuidos a ciertos poderes un imperio autorizado en los mercadillos de las ideas y el poder.
El mundo debe apoyar la independencia del Sáhara Occidental como puente entre el Magreb y el resto de África, así como una nación musulmana ilustrada que acerque todavía más el mundo musulmán a las democracias occidentales.
El Gobierno y el pueblo del Sáhara Occidental se merecen, como mínimo, tanto como esto. Al igual que para Timor del Este, el apoyo de los pueblos de todo el mundo, sin contar el de gobiernos y organizaciones internacionales, ha sido y continúa siendo muy importante. Estas relaciones cuentan y el valor de asegurarnos que la verdad y la ficción permanezcan separadas es una cuestión vital.
Jose Ramos-Horta es Presidente de Timor del Este.
--------------
Este texto expresa la opinion del autor y no de los moderadores del foro.