por Denis Vericel
(Trad. por L.Haidar del articulo en inglés "The manufacturing of the consensus
Moroccan Medias and Western Sahara" By Denis Vericel, July 09, 2009, ZSpace )
Fabricando el consenso
Tras examinar la prensa escrita marroquí, se puede constatar que los periódicos de habla francesa son “Le Matin”, “Aujourd’ui”, “Au fait”. Los de habla árabe son “Al Alam”, “Al Maghribia”. Las noticias internacionales son como en cualquier otro lugar, mientras que las locales hablan de política, deportes, televisión y muchos acontecimientos banales. Hasta aquí nada diferente. Nada excepto una cosa: cada día, desde hace más de 30 años, todos los periódicos marroquíes se ocupan de una cuestión: el Sáhara Occidental. No existe ningún cuestionamiento, únicamente una certitud: el Sáhara Occidental es una parte de Marruecos y Marruecos está luchando por la Unión Nacional y por la Integridad de su Territorio.
Historia del Sáhara Occidental
El Sáhara Occidental fue colonizado primero por España, que quería este territorio desértico como protección a sus Islas Canarias situadas a pocos kilómetros de la costa. Desde los años 60 empezaron las manifestaciones contra dicha ocupación y fueron fuertemente reprimidas por el Ejército español. La situación cambió en los años 70 cuando otro protagonista decidió declarar suyo el territorio y luchar por el retorno de dichas tierras al “Gran Marruecos”.
Cuando el rey Hassán II organizó la “Marcha Verde” en la que 350.000 marroquíes entraron en el entonces Sáhara Español, “armados únicamente con el Sagrado Corán” había dicho el rey, su estrategia iba mucho más allá de un deseo pacífico para liberar el Sáhara. Tras dos golpes de estado y muchísimas manifestaciones contra el régimen monárquico, Hassán II necesitaba no sólo unir al pueblo marroquí por una causa común sino también cuidarse de los cabecillas militares que ya habían intentado matarle dos veces. La situación del Sáhara apareció como la solución perfecta para ambos problemas.
Sin embargo, la pacífica Marcha Verde parecía más bien una anexión ante los ojos de la Comunidad Internacional, pues el general Dlimi y el Ejército marroquí penetraron en el territorio saharaui justo cuando los miembros de la marcha cruzaron la frontera simbólica. En el plan de Hassán II, había un único factor desconocido: la resistencia saharaui. Organizada desde 1973 como un frente por la libertad saharaui denominado POLISARIO, la insurrección saharaui contra la nueva colonización se transformó en una guerra que duró 16 años. Exiliada en el desierto de Tinduf (Argelia), la República Arabe Saharaui Democrática (RASD) está esperando la celebración del referéndum para la independencia prometido por Naciones Unidas. En la actualidad, el Sáhara Occidental sigue siendo el último territorio africano que espera ser descolonizado en la agenda de la ONU.
Desde el alto el fuego de 1991, Marruecos ha aumentado su política de ocupación y colonización y además de las evidentes ventajas políticas de esta colonización, Marruecos se beneficia también de los muchos regalos de esta tierra, como son los fosfatos y la pesca. Más que el Ejército, la Policía marroquí es omnipresente en el Sáhara Occidental, intentando controlar cada aliento de la población saharaui. Las manifestaciones están prohibidas, los periodistas controlados y los activistas vigilados. Hoy en día, 34 años después de que Marruecos penetrara en el Sáhara Occidental, el Reino todavía sigue violando las leyes internacionales al rechazar la celebración del referéndum, esquilmar los recursos naturales del territorio (véase Western Sahara Resource Watch) e ignorar los Derechos Humanos oprimiendo a la población saharaui.
Pero hay algo más: Marruecos le está mintiendo diariamente a su propia población. Uno de los principales propósitos del Reino ha sido, y es, persuadir a los marroquíes de que su política es la correcta, legal y reconocida por la Comunidad Internacional. Durante años, los periódicos marroquíes, la televisión y la radio han estado contando la misma vieja historia: que Marruecos está siendo víctima de los ataques del POLISARIO; que la única intención de Marruecos es liberar esa tierra en nombre de la libertad; que Marruecos únicamente quiere librar a los marroquíes de las provincias saharianas de una separación injusta. Así, día tras día y año tras año, el mismo discurso en los periódicos logró crear un consenso nacional sobre el Sáhara Occidental.
¿Qué dicen los periódicos sobre el Sáhara Occidental?
Si leemos diariamente los periódicos marroquíes, podemos constatar en primer lugar que casi todos los días hay un artículo sobre el Sáhara. La mayoría de las veces, estos artículos pertenecen al mismo periodista (como Latifa Cherkaoui para “Le Matin”) o sin firmar emitidos por Maghreb Arab Press, la agencia estatal de noticias. Los artículos suelen hablar de la crisis saharaui y, sobre todo, de cómo Marruecos está trabajando para resolver el problema; de cómo el POLISARIO está actuando para desestabilizar las negociaciones; de cómo las condiciones humanas en los campos de Tinduf son terribles; de cómo las Naciones Unidas y otras naciones apoyan el plan de autonomía propuesto por Marruecos.
En este sentido, los periodistas crearon su propio vocabulario para el Sáhara Occidental (término que nunca usan prefiriendo “Sáhara Marroquí” o “Provincias Saharianas”). Si le echamos una ojeada a las palabras utilizadas en los artículos, podemos ver al instante que el asunto no permite más que una única visión. Siempre que un periodista escribe sobre el “Sahara Marroquí”, dicha expresión viene asociada a las siguientes palabras: “Nuestras provincias, unión sagrada, soberanía nacional, unanimidad, integridad territorial, legalidad internacional, pueblo marroquí, la patria, orgullo nacional, unidad, sacrificio”.
Cuando los artículos se refieren al plan de autonomía, el vocabulario no sólo está debidamente orientado, sino que no deja ninguna oportunidad para otro punto de vista. La posición de Marruecos siempre es calificada de: “justa, seria, creíble, realista, razonable, sin ninguna ambigüedad”.
Se utilizan muchas expresiones: “Una solución política y definitiva. Bien recibido por el Consejo de Seguridad y la Comunidad Internacional. Una alternativa seria y creíble. Paz negociada. La única y definitiva solución democrática válida y segura”. Estas expresiones se usan al pie de la letra en todos los medios de comunicación.
La misma estrategia es seguida cuando los periodistas hablan del movimiento independista. Cuando son mencionados los términos POLISARIO y Campos de Tinduf, éstos vienen vinculados a: “Mercenarios del POLISARIO, adoctrinamiento polisario en Cuba, acción terrorista, pseudo-RASD, conexión con el movimiento terrorista, violación de los Derechos Humanos, prisión secreta, población secuestrada, trato racista, aislamiento estalinista, tortura, ausencia de libertad, campos de la vergüenza”.
Pero el vocabulario llega a ser todavía más violento y agresivo así como los temas tratados. En la actualidad, los periodistas están construyendo una nueva imagen del POLISARIO más “moderna”. Los últimos artículos explican cómo el POLISARIO está vendiendo armas a grupos terroristas, cómo éste está vinculado a Al Qaida, cómo el Frente está compuesto en realidad por traficantes de droga que acuden a Marruecos desde Argelia para vender drogas y cigarrillos, etc..
Cuando vemos lo agresiva que es la actitud de los periódicos hacia el Sáhara Occidental, mediante la utilización cotidiana del mismo vocabulario unilateral y vinculándolo con los peores demonios de nuestra sociedad, como son las drogas y el terrorismo, no nos queda más que recordar la siguiente definición:
“El secreto de la propaganda moderna: simplificar las cosas complejas de tal manera que hasta el menos inteligente pueda entender lo que digo. Simplifica y repite cada día. Simplificar y repetir, he aquí el secreto de la moderna propaganda”.
Esta definición de la propaganda es de Fritz Hippler, director de cine del Tercer Reich.
Ninguna opinión alternativa es posible
¿Pero por qué no hay alternativa a esta opinión diariamente impuesta? Una de las respuestas está en el seno mismo de la Ley marroquí. Si le echas una ojeada a la Constitución de Marruecos y al Código de prensa verás que no se permite ninguna ofensa al rey o a la “integridad territorial”. Hablar del Sáhara Occidental o de cualquier alternativa a la posición marroquí es algo que se reprime inmediatamente. Y esta ley no sólo existe para proteger al rey y al punto de vista marroquí sino que es, además, el método legal de perseguir a cualquier activista, periodista o ciudadano que no acepte la visión marroquí. Gracias a esta ley, los tribunales marroquíes han condenado a numerosos saharauis a penas de muchos años de cárcel. De esta manera, participar en una manifestación es suficiente para ir a prisión, mientras que la brutalidad policial está legitimada por dicha ley.
Los periodistas marroquíes son víctimas de esta ley. Ali Lemrabet, editor de “Demain Magazine” está esperando la sentencia judicial y una pena de 3 a 5 años de cárcel por “injurias a la persona del Rey” (véase el artículo de Reporteros Sin Fronteras:
"Warning for the independent press"). El derecho a la libertad de expresión está reconocido como un derecho humano en el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, sin embargo, la Constitución marroquí encontró la solución para proteger a su pueblo de esta libertad. Marruecos, y el nuevo rey Mohamed VI, pretendían que su nueva constitución fuera “moderna”, “democrática” y “respetuosa”, pero, finalmente, la prensa y los periodistas siguen careciendo de la libertad para escribir; los ciudadanos pueden ser condenados por hablar del rey o de la “integridad territorial” e, incluso, la homosexualidad es considerada todavía como una ofensa (véase Informe de Amnistía Internacional 2009).
Cabe destacar que muchos de los periódicos marroquíes están estrechamente ligados al régimen. Sus jefes, sus propietarios y accionistas, las compañías pagadoras de publicidad, todos forman parte del sistema controlado desde arriba por el propio rey Mohamed VI. Por ejemplo, Moulay Ahmed Alaoui, primo de Hassán II y ex ministro, es el presidente de “Maroc Soir”, el grupo que publica “Le Matin”, del que es también “director político”. Otro diario, “Al-Anbaa”, es simple y llanamente gestionado por el Ministro de Información.
La fabricación del consenso sobre el Sáhara Occidental es una tarea diaria para los periódicos y las autoridades marroquíes. El rol de los medios de comunicación es aturdir a la población marroquí mediante el punto de vista oficial. Las autoridades pueden prohibir cualquier otra opinión condenando a los individuos “insumisos”. También pueden utilizar otros métodos como cerrar el acceso desde Marruecos a ARSO que es la más importante página web sobre el Sáhara Occidental.
La manipulación de la opinión pública y las muy agresivas presiones utilizadas por el Reino de Marruecos para imponer su plan a los demás países constituyen sus armas más importantes en este conflicto. Pero son, también, la razón de la inacabable situación actual, el impedimento ante cualquier solución en el Sáhara Occidental.
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