CERRADO HASTA QUE CAIGA EL REGIMEN

por Mohamed Ali Ali Salem Baba Hamu

Atravesando cualquier calle de cualquier ciudad vemos, a veces, colgado, en un lugar visible de un establecimiento; cerrado por traspaso, por mudanza, reparación, por derribo etc.…. Ayer en Aljazeera y siguiendo la cobertura, en directo desde el Cairo, de la revolución egipcia vi un rótulo colgado en un modesto establecimiento que pone: CERRADO HASTA QUE CAIGA EL REGIMEN. Me pareció un letrero genuinamente original, escrito desde el corazón, las vísceras y el hartazgo. Cansado, el humilde tendero, como millones de sus congéneres de ver como unos individuos venidos de la más paupérrima nada lapidan el país, se lo reparten, lo legan en herencia a sus hijos mientras la inmensa mayoría del pueblo padece, sufre y trabaja para apenas poder conseguir el sustento de sus familias. Trabajan de sol a sol, interminables horas trabajan e impulsan a sus hijos a ser niños yunteros y el día siguiente más y más difícil y más caro es el pan y más rico se hace el rico, el bufón de palacio, el correveidile y el dictador se convierte en, además de sátrapa, en magnate y en deidad en la tierra, sus palabras son verbos divinos, su andar es angelical, sus ademanes, sus miradas, sus posturas, acciones, sueños, errores y ronquidos son de excelsa santidad y ya solo acepta que se le aplaude. Sus oídos solo están para oír lisonjas, cantos de bardos, el metálico sonido de monedas y el sutil roce del algodón de los billetes… Pero como la codicia no tiene límites ni fin, el tirano y su camarilla seguirán medrando, el pueblo harto, en una de esas se levanta y acobardando el miedo proclama la desobediencia, la lucha por los legítimos derechos, por la justicia, por la decencia, por la dignidad e instaura la revolución.. Porque de la opresión germina la revolución, de la injusticia nace el derecho, del oprobio la rebeldía, de la indecencia de los gobernantes, cuando pierden la vergüenza, brota la falta de respeto hacia ellos.
Luego, para que el pueblo consiga lo que por legitimidad es suyo: su derecho y todo aquello que hace que el ser humano se sienta digno en la más remota aldea de su querido pais, tiene ineludiblemente que derramar su sangre: Noble obra pero triste tarea.
Decía antes, que el aviso rezaba: cerrado hasta que caiga el régimen. Lo leí varias veces y me pregunte, este buen hombre, antes de escribir el letrero ¿En que habrá pensado? ¿Pensó, este humilde tendero, en sus hijos? ¿En la pérdidas que le causaría el cierre? ¿Cuánto tiempo tardara el sátrapa en irse? ¿Habrá cavilado largamente? ¿O al contrario, tomo la decisión con la urgencia que precisa la revolución?...
No lo sé, pero creo que su conciencia le dictó obrar según la urgencia de la revolución y que sea lo que Dios quiera. Seguramente los jóvenes egipcios, en ese momento, habrán parafraseado a Daniel Cohn Bendit adaptándolo a sus circunstancias: No habrá canto fúnebre, sí grito de gloria porque, también nosotros, amamos la revolución.
Los vientos de libertad se han posado en las copas de arboles, en dunas, en jaimas árabes, hace apenas dos horas ha caído Mubarac y mi amigo, el tendero, habrá retirado su letrero. En su lugar, después de esta larga noche de triunfo y alegría, aparecerá el tendero un la amplia sonrisa del victorioso.
Dicen las noticias que las celebraciones recorren el mundo. En Marruecos se alegran por la victoria del pueblo egipcio con tal frenesí como si de ellos mismos se tratara. ¿Sera el sanguinario y sátrapa Mohamed VI el próximo? ¿Veremos pronto, en Marruecos, en los palacios reales el cartel cerrado por derribo?
La libertad es seductora y la revolución contagiosa.

Mohamed Ali Ali Salem Baba Hamu
11.02.11

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