por Nayem A. Ahmed
Hace aproximadamente un año ARSO tomó una lógica y sabía determinación, no publicar ningún artículo de opinión que insulte, calumnie o atente contra el honor. Así, esquivó, con éxito, los intentos intencionados de algunos de convertirla la ilustre página en un "mercadillo de barrio", donde se intercambian los navajazos y se practica un debate chabacano, pueril y poco edificante, y de esta manera tumbar nuestro guerrero cibernético, arso.org. La aparición de un artículo de un tal Ahmed Zaid, nos trae de vuelta aquel fantasma y trata de reabrir un desagradable episodio que pensábamos estaba superada. A decir verdad, cuando uno empieza la lectura del mencionado artículo, lo primero que le llega es que entre tantas citas de manual, todo puede faltarle al texto- y le falta- menos el rigor y el respeto a los que piensan de forma diferente.
Sin ánimo de polemizar, me gustaría hacer un pequeño comentario.“falta que se comete quebrando la fidelidad o la lealtad que se debe guarda o tener”, así define el Diccionario de la Real Academia española la palabra traición. Cuando uno se pone a las ordenes del principal enemigo, cuando uno le atesta un golpe bajo al prójimo, una cornada al hermano y al compañero de trinchera, cuando se cambia de chaqueta a pleno luz del día en busca de algunas comodidades terrenales sin importar la ira divina, cuando uno se convierte en una concubina más del monarca al servicio de la política sistemática del aniquilación del ser saharaui, cuando uno pasa a formar parte de la tropa de lacayos del Ministerio del Interior marroquí, cuando uno se deja exhibir como un trofeo de caza mayor para restarle apoyos internacionales a la causa común, el calificativo de traición o alta traición en el lenguaje militar le queda corto. Si esto no es traición que venga dios y lo vea. El señor Daha, en un acto de valor que le honra, no se esconde y a pecho descubierto reconoce su error. Es más, le otorga a todos sus hermanos, los saharuis el derecho de lanzar todo tipo de calificativos contrata esta grupo de “deformes” como él dice. También reconoce que ellos abrazaron las tesis del enemigo no por ideas políticas sino en pro de unas promesas puramente materiales. De allí no se entiende esta defensa a ultranza del señor Zaid que pretende ser más papista que el papa. Es acaso un intento de desviar la atención del espíritu reivindicativo del manifiesto, o alguien tiene interés en correr un velo y desviar la atención.
Es cierto que el manifiesto del señor Daha ha logrado un impacto positivo entre la sociedad saharaui, un efecto quizás calculado y esperado por el propio autor. La lectura de la mencionada carta (mejor en la visión árabe, sin menospreciar la valiente traducción al castellano) plasma el perfil de un hombre dolido, engañado y con un remordimiento de conciencia parecido a un dolor de muelas. Se siente en un diván, y simplemente se confiesa, para purificar su alma, y de paso darle un último golpe a un enemigo que ha conocido desde dentro; y lanza una señal un aviso para navegantes:. Ya sabe lo que dice, conoce las intenciones del ocupante, porque ha se ha movido entre las tripas del monstruo. Ahora, bien, cabe preguntarse a qué viene esta discusión, el eterno debate del sexo de los ángeles. Los saharauis conocemos con sumo detalle los errores que se han cometido contra algunas personas. Lo tenemos digeridos y asumidos para no volverse a repetir jamás, es una página de nuestra reciente historia, sin más. Hace unos años no había ningún político que se precie que no diga que haya protagonizado aquel mayo del 68, y lo cierto es que tanta gente no hubo en aquellos días en París. Aquí también hay una tendencia de que el Polisario ha torturado a todo el mundo, todos los que se asoman por esta pagina, y que se declaran opositores, solo hablan de torturas, y dale que te pego con un discurso un tanto trasnochado. El señor Hadamin pertenece a otra generación más joven que mira al futuro, se aferra a la parte bondadosa y brillante del a historia del Sahara, la hace suya, y lucha por ella. No sería justo que en vez de arrimar el hombro, estemos restándole fuerza con una discusión que ya esta más que superada.
El joven estado saharaui ha cometido sus errores, como todas las experiencias colectivas, esto se llama momería colectiva. Pero el enemigo sigue pisando, por igual, las tumbas de los abuelos de Hadamin, A. Zaid, Daha y de su servidor. Unamos todas las fuerzas, la prosa brillante y culta de Hadamin, el ímpetu de A.Zaid y la gallardía del señor Daha.
Saludos hermanos, Nayem A. Ahmed
28.06.09
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