28.6.09

TOLERANCIA CERO CON LOS TRAIDORES

por Haddamin Moulud Said

Desde tiempos inmemoriales, las sociedades humanas han ido creando una serie de principios en los que basan la coexistencia pacífica de sus miembros. Un principio básico ha sido el de la fidelidad y la lealtad. La importancia de este principio es tal que, en todas las sociedades, se ha creado una deleznable figura para castigar a quienes incumplen el deber de la lealtad y la fidelidad. Dicha figura es la del traidor. Y está tan mal vista la traición que, incluso, quienes se benefician de ella la vilipendian, de ahí aquello de “Roma no paga a traidores”.

En esta larga lucha que los saharauis mantenemos para conseguir nuestra libertad, hemos sufrido la amarga traición de algunos de nuestros más ilustres hijos. Eyub, Adhmi, Hakim, Hameti Rabani, Bachir Abdala Djil, Gaymula Ebby, Keltum Jayat, Bulahi Lejlifa, Sidati Algal-laui, Husein Boida, Mrabih Rabbu, Bilal El Uali (Nureddin), etc, etc, etc. Todos, con distinta gradación, han estado en la vanguardia que ha dirigido a la sociedad saharaui durante los últimos treinta y cinco años y han trabajado a fondo para conseguir la libertad del Sahara Occidental. Pero, todos, han culminado sus respectivas trayectorias vendiéndose al enemigo. Han vendido sus almas. Han traicionado a los ideales por los que habían luchado durante tantos años. En, consecuencia, son traidores. Nos han traicionado a todos los saharauis. Se han vendido a nuestro enemigo, haciéndonos un daño irreparable y que duele mucho más que todos los dolores que Maruecos nos pueda hacer.
Por eso, desde el momento en que nos clavaron esa puñalada por la espalda, desde ese mismo momento, han caído de héroes a villanos. Ya no merecen el menor respeto. Son pura basura humana. Y para su desgracia, el Majzen sabe que son eso y que no son de fiar, porque, piensa el Majzen, si han traicionado a su pueblo, familia y amigos, qué es lo que no podrán hacer. De ahí que el Majzen los utilice como un objeto de usar y tirar. Son un clinex con que Marruecos se suena la nariz y luego lo arroja al cubo de la basura. Eso es lo que son esta gentuza. Así, Marruecos ora los manda a Manhasset, ora a Ginebra, ora a Barcelona y luego los abandona como quien abandona un condón usado. Porque, en efecto, Roma no paga a traidores.
Esta gente, en lugar de seguir sirviendo a nuestra Causa desde Mauritania o desde España o, simplemente, retirándose de toda actividad pública y quedándose en sus jaimas, han preferido servirnos, en plato frío, su traición. La imagen de Eyub postrándose como un potro para besar, como siervo, la mano de su amo, ha convertido al león de la guerra en una rata más de las que merodean en las apestosas alcantarillas de Marruecos.
Es por eso que no existe ni existirá, jamás, razón alguna que justifique su traición. La sangre de los hijos del pueblo árabe de Saguia Alarma y Río de Oro vale demasiado como para que unas miserables monedas de plata, pagadas por el Majzen, justifiquen su traición.
De ahí que resulte inadmisible que a estas alturas vengan algunos topos a defenderlos. Y es que son tan indefendibles que quienes salen en su defensa, en arso, lo han hecho escondiendo la cara. La desgracia de los traidores es tal, que sólo los pueden defender los cobardes, las ratas. Nadie da la cara por ellos.
Muy claro lo expone un forero de saharalibre.es cuando, con una invencible carga de razón, dice: “Existiendo miles de saharauis que, desde hace 34 años, viven en los Campamentos de Refugiados, soportando todas las calamidades propias del clima, la hambruna, las necesidades sanitarias, el olvido, el silencio cómplice,..., por ser fieles a su causa y, existiendo otros miles de saharauis sometidos, en los territorios ocupados, a la represión marroquí, jugándose la vida y su integridad física, día a día, en las calles de EL Aaiun, Smara, Dajla, etc., por querer seguir manteniendo sus señas de identidad saharaui,..., estaría cojonudo (con perdón) que ahora hubiese que ir a buscar la gallardía, la valentía, la lealtad, la moralidad, la nobleza, el orgullo, la comprensión, la magnanimidad, el respeto, la admiración y hasta el patriotismo saharaui, en las filas de los traidores”.
En todo caso, la confesión de Daha Salek Jalil resulta muy elocuente. Él mismo, nos autoriza a tildarlos con toda clase de improperios. Porque sabe, y lo saben todos, que la traición es un acto imperdonable.
No obstante, los silencios, altamente sospechosos, de nuestra clase política, producen vergüenza. El sigilo con que, nuestros dirigentes, afrontan cada una de esas deserciones, produce pavor. No se les ve ni se les oye hacer ningún discurso contra los traidores. Y eso no casa con el deber de castigar las conductas contrarias a los principios más sagrados de toda sociedad. Porque la falta de ese discurso alienta la tolerancia con los traidores, hace que el ciudadano baje la guardia ante las violaciones de los principios esenciales de la sociedad. Cuando no se reacciona como es debido ante la vulneración de los principios esenciales, el ciudadano se adormece y la sociedad se enferma. Así, en la medida en que el poder se calla, poco a poco la connivencia con la traición va penetrando en la sociedad. Y eso es inaceptable.
Por desgracia, ese adormecimiento es tal que parece que la tolerancia y la connivencia con los traidores han asomado en los medios afines a nuestra clase política. La web upes.org., con unas tijeras muy tolerantes con los traidores, ha ‘colgado’ en su web la traducción al castellano de “el grito de un retornado” pero ha censurado el comentario del traductor. Lo han censurado por ser crítico con los traidores. Y dado que yo soy el autor de esa traducción, les pido públicamente que la retiren. La ética profesional, si es que la tienen y lo creo, exige que se muestren respetuosos con las creaciones de los demás. Si no lo hacen, ello quiere decir que actúan movidos por determinados intereses. ¿Y qué interés existe en ocultar una crítica a los traidores?. Como mínimo cabe apuntar uno: promover la tolerancia y la connivencia con la traición. Pero lo grave del caso es que, esa web, ha sido el lugar tradicional donde la Ministra de Cultura y, a la vez, Primera Dama ha publicado sus opiniones y se ha autopromocionado. Ello quiere decir que dicha ministra comparte el criterio de la tolerancia con los traidores que, parece, guiar las tijeras de los responsables de esa web.

Haddamin Moulud Said. ibnuabirabiaa@yahoo.es. En Valencia (España), a 3 de Shaäban Lawal del año XXXVI de la Fundación del F. POLISARIO.
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