¡Cuidado, no contribuyamos a nuestro olvido!

por Mohamed Salem Ali

La mención por uno de los participantes en este foro a la necesidad de mejorar el uso de INTERNET como una forma más de lucha, ha sido una observación más que oportuna, dado el gran impulso que ha supuesto la irrupción de la tecnología cibernética como herramienta al servicio de la comunicación.

Nunca antes la comunicación ha sido más facil y fluida como lo está en estos momentos, donde uno, a través del ciberespacio, puede hacer llegar su mensaje a millones y millones de personas en todo el mundo con tan sólo oprimir un botón, lo que, extrapolado a nuestras circunstancias, significa difundir una realidad (la nuestra) muchas veces silenciada, cuando no reprimida, en los medios convencionales, y que encuentra en las plataformas virtuales unas rendijas por donde colarse evadiendo las censuras. En esto no creo que haya detractores pero, maticemos un poco acerca de los aspectos que con urgencia hay que mejorar en este sentido, no sólo en lo que respecta a la RED sino en todo lo relacionado con este dominio.

Ya se trata de medios electrónicos, impresos, radiofónicos o televisivos, lo que más debe importarnos no es la forma en sí de estos formatos, sino el contenido, y el tratamiento informativo que se hace a través de ellos, ya que debido a un deficiente manejo de la información se da vía libre a interpretaciones erróneas de los hechos, que a menudo son aprovechadas por la propaganda marroquí, algo que en nuestro caso ocurre casi siempre, lo que revela que las cosas no se están haciendo como es debido.

Son dos los elementos que, a mi modesto juicio, requieren especial atención como posibles causantes de la opacidad e invisibilidad de la cuestión saharaui. Por una parte el nulo interés por el aspecto humano y por otra el discurso como tal.

El llamado Cuarto Poder, en lo que nos toca, no sólo no ejerce ningún poder, sino que ni siquiera está jerarquizado, y por su ineficacia está relegado - consciente o inconscientemente - a los estamentos más bajos; y todo porque nunca se ha adoptado una política clara, orientada a elevar el nivel del sector, con la búsqueda de talentos capaces de estar a la altura de las circunstancias, dotándolos de los medios materiales necesarios, y rodearlos de todas las facilidades para el desempeño de su labor, porque, al parecer , nuestros responsables tienen una opinión diferente acerca de la importancia del factor "persona" en cualquier labor, sea de la naturaleza que sea. Al menos en lo concerniente a la INFORMACIÓN se olvidan que es el principal activo por el que hay que apostar, porque si no, cómo se justifica que a lo largo de más de tres décadas no se haya emprendido una verdadera inversión en recursos humanos, en un campo cuyo impacto
(ahora más que nunca) es tan rotundo que se puede incluso equiparar a la balas.

Es cierto que se han hecho algunos esfuerzos en infraestructuras con la construcción y equipamiento de algunos edificios para albergar la sede de la Televisión, y otras tantas tareas de mantenimiento de los estudios de la Radio Nacional, pero no existe ninguna preocupación, ni moral ni material, por los que día a día intentan , bienintencionadamente, luchar contra el olvido que amenaza la Causa saharaui que, por ironías del destino, o la indiferencia de Rabuni , son los primeros olvidados.

Hoy en día, y esta es la otra cuestión, tenemos unos medios de comunicación faltos de calidad y creatividad, con mensajes mediocres, reiterativos y cansinos, donde prima más el "QUIÉN" sobre el "QUÉ". No cumplen con el cometido de informar ni de contrarrestar las campañas de desprestigio y desinformación que diariamente se desatan desde el otro lado (Marruecos), sino que hacen de portavoces personales según la ocasión, rozando incluso la adulación. Un atípico bazar donde el trueque de favores condiciona la aparición y comparecencia en las antenas de unos órganos que siempre han presumido de ser "la voz del puebo saharaui", mientras la lucha diaria , el arrojo, el aguante, el sufrir cotidiano y, sobre todo, la esperanza de este pueblo están condenados al más absoluto ostracismo.

A ningún receptor le interesa saber que fulano o mengano haya cenado o desayunado con tal personalidad, sino que este televidente, oyente o lector lo que espera es conocer qué ha trascendido de dicha reunión, qué compromisos se han arrancado y qué posiciones fueron adoptadas, o sea, cuestiones relevantes y serias; no una ristra de caras más o menos conocidas desfilando por turno ante un micrófono, rumiando las mismas frases de hace décadas, o posando delante de una cámara por el mero hecho de posar.

Reformar el sector es una vieja reivindicación, pero hoy lo es todavía más, máxime si se tiene en cuenta que nos enfrentamos a un enemigo que no escatima esfuerzo alguno en su maquinaria mediática y que destina ingentes recursos para acallarnos y sepultarnos. Procuremos , al menos, no facilitarle su mezquino objetivo.
Mohamed Salem Ali
30.05.10
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Este texto expresa la opinion del autor y no de los moderadores del foro.

¡Cuidado, no contribuyamos a nuestro olvido!