por Haddamin Moulud Said
¡Bingo! El POLISARIO ha anunciado la creación de un Comité Nacional para el seguimiento de la situación de los activistas saharauis, declarados en huelga de hambre, en las cárceles marroquíes. Buena ha sido, entonces, la lección sacada de la improvisación con que se había actuado durante la huelga de hambre de Minettu Haidar.
El Comité se incardina, orgánicamente, dentro de la Secretaría de Organización Interna del POLISARIO. Es decir, el órgano guardián de las esencias ideológico-políticas del POLISARIO, va a asumir la tarea de ocuparse de la situación de los activistas saharauis declarados en huelga de hambre, para intentar trazar la estrategia interna y externa y, así, procurarles el máximo apoyo a fin de que les sean respetados los derechos que las leyes internacionales les reconocen, según anuncia la nota informativa.
Para Bachir Mustafa Sayed, “el anuncio de la creación de este Comité implica que Gobierno saharaui y la Organización Política del POLISARIO anuncian que ‘La Intifada’ es el hecho estratégico de esta etapa de lucha y es la preocupación primera de la Organización Política y del Gobierno Saharaui”. Y, añade: “ se ha encomendado, al Comité, una misión urgente, por encima de todas las prioridades, cual es la de recabar todo el apoyo de las conciencias vivas en el mundo para conseguir la libertad de los presos políticos saharauis y la mejora de sus condiciones”.
Otro dato que añade relevancia al hecho, es el comunicado del Secretariado Nacional Saharaui por el que se anuncia la creación de dicho Comité, que bajo la batuta del Secretario de Organización Interna, se compone de 19 miembros, de los que cabe destacar a cuatro ministros (Territorios Ocupados, de relación con la MINURSO, Cultura e Información); El embajador en Argel y los representantes en Nueva York, Bruselas, París y Madrid; Dos consejeros de Presidencia; El Comisario Político del ELPS; Los representantes de los movimientos sociales (Mujeres, trabajadores, jóvenes, AFAPREDESA, UPES, etc).
Ciertamente, el POLISARIO, ha disparado con artillería gruesa al crear y componer este Comité de seguimiento. Pero más allá de las razonables dudas acerca de las dificultades de su operatividad, dadas las distancias geográficas que separan a sus miembros, por no mencionar los personalismos, cabe preguntarse porqué su incardinación dentro de la Secretaría de Organización Interna del POLISARIO. ¿Se sustituyen, así, las clásicas reivindicaciones del POLISARIO por esta nueva dimensión humana? ¿Se prepara el POLISARIO, así, para convertirse en mero guardián de la defensa de los derechos humanos, dentro de una autonomía impuesta?
Francamente resulta difícil objetarle a Minettu Haidar su afirmación de que el respeto y protección de los derechos humanos debe ser una cuestión previa a la resolución del conflicto. ¿Pero así, también, lo piensa el POLISARIO? ¿Desde cuándo?
Frente al discurso incendiario de Mohamed VI del pasado 5 de noviembre y frente a la rotunda negativa de Marruecos de aceptar la idea de un referéndum, al POLISARIO no se le ocurre mejor idea que acordarse, ahora, del expediente de los derechos humanos individuales. Se olvida así de los derechos colectivos de todo el pueblo saharaui. Nadie está en contra de la defensa de los derechos humanos en el Sahara Occidental, pero cuidado con olvidar que la génesis del conflicto no es una cuestión de libertades individuales o de derechos humanos. Es el derecho de todo un pueblo a ser libre. Y el POLISARIO, en tanto que depositario de las esperanzas del pueblo saharaui, no puede convertir la cuestión de los derechos humanos en la columna vertebral de toda su estrategia y, menos aún, cuando el enemigo se muestra, cada vez más intransigente con las reivindicaciones del POLISARIO.
Hace bastante tiempo ya que no se escucha, en boca de los responsables saharauis, la clásica amenaza del retorno a la guerra. Pero es que estos movimientos hacen pensar que el Movimiento de Liberación ha renunciado, para siempre, al uso legítimo de las armas. Y ello porque no resultaría de recibo que quienes se exhiben como defensores de los Derechos Humanos (al menos desde el momento de la creación de este Comité) sean, a la vez, los portadores de las armas, por muy legitimado que resulte su uso.
A esas conciencias vivas del mundo, cuya atención reclama el comunicado de prensa, les sería extraordinariamente difícil asumir que quienes, hoy, se han inspirado en la figura pacífica de Ghandi, se pongan, mañana, la boina de Guevara.
Haddamin Moulud Said (ibnuabirabiaa@yahoo.es). Valencia (España)
30.03.10
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