por Abdalahi Salama Machnan
Cuando tardas un cierto tiempo en visitar los campamentos, al regresar, compruebas que la vida allí es plana, monótona, indolente, sin contrastes, sin nada que resalte y te haga plantearte cosas. ¿Por qué elegimos un camino u otro? ¿Qué eliges hacer, seguir con tú familia o emigrar? ¿Se podrá ser feliz sin nada? Somos naturaleza y crecemos únicamente en la materia. Somos el resultado de algo natural que se va materializando cada vez más y más hasta llegar al punto de que tanto tienes tanto vales.
Qué tiempos, ¿Verdad? El que es alguien no parece nadie y el que hasta hace poco tiempo no era nadie, un mindundi, un piltrafa; ahora un “Don todo”. No crecemos en la cultura de la ayuda mutua, en construir para mejorar. Crecemos en competencia, lucha, desafío… ¿Depende mi éxito del fracaso de otro? En mi reciente viaje a los campamentos pude constatar algunos de estos comportamientos. Al descender por la puerta de uno de los coches que hacen el servicio de Taxi entre Tinduf y Rabuni, sentí el roce de una brisa cargada de aire espeso y caliente que me hizo advertir que tenía la frente cubierta de sudor, y que había llegado al mercado bursátil, a la bolsa de valores de Rabuni.
Un sol de terciopelo pintaba las callejuelas de su área. Rabuni es una zona que se caracteriza mucho por un enjambre de construcciones de adobe y cemento apiladas desordenadamente, sin croquis arquitectónico.Es un supercentro repleto de tiendas de comercios, con más énfasis en las mercancías generales; también tiene un hipermercado del neumático de desecho, contenedores viejos, coches desmontados y almacenes de la ayuda internacional.
Es un lugar que huele si no apesta, a dinero a mucho dinero. Probablemente el excedente de liquidez del que disponen sus comerciantes supera con creces el PIB de la ciudad de Tinduf.
Los excedentes de liquidez son una problemática que muchos negocios en marcha deben enfrentar. ¿De qué se trata? En términos prácticos, están conformados por todos los fondos que quedan en caja una vez cubiertos los costos operativos y los gastos de capital. El escenario y la prosodia de las formas desprenden del epicentro de Rabuni un aire opresivo, una cultura de amasar fortuna exenta de cualquier gravamen fiscal. Un lugar exclusivamente dedicado a la alquimia monetaria, recordando al consumidor en todo momento que aunque creyese estar dentro, en realidad siempre estaría fuera y al otro lado de la proverbial línea. Sus comerciantes en su mayoría tienen una risa fría, de cristal. Nada sorprende y asusta más que lo que uno ya sabe.
Hay una infinidad de calificativos que se podrían atribuir, a quienes se enriquecen ilícitamente a costa de ciertas prácticas mercantiles y no sé cuantos más, a las personas que tengan bienes y capitales en paraísos fiscales, sociedades opacas, cuentas secretas, inversiones ilícitas, o no; no lo sé, repito, pero el hecho de que gran parte del circulante de divisas que opera en el mercado de Rabuni sea de políticos; demuestra la falta de escrúpulos, una conducta desviada del fin que debería ser el bien común y un conflicto de intereses. La política es una suma de solución, emoción y ética. Creo que nunca puede faltar la gestión estricta de cada uno de esos ingredientes.
Todos, nos vemos afectados por los efectos negativos de la globalización y los cambios técnicos de trabajo y la dinámica salarial: el futuro que creíamos deseable, y posible, se ve hoy amenazado y el nuevo mundo que emerge se ve oscurecido por tanta incertidumbre. Aquí permítanme referirme a las que afectan a los de abajo, en afortunada expresión de Mariano Azuela, es decir, a aquellos situados en la escala social. Por ejemplo, esa generación NINI que deambula a diario por Rabuni, esas mujeres que se levantan tempranamente para preparar el desayuno a sus hijos, vestirlos, llevarlos a la guardería o al colegio, esos valiosos hombres que dieron lo más preciado de su juventud en el frente de batalla, y que ahora rondan los sesenta y cinco años de edad sin ninguna cobertura social ni subsidio asistencial.
¿Cuánto ingresan por tamaño esfuerzo? ¿Alguien lo ve? Muchos otros comparten con este colectivo su invisibilidad. ¿Recuerdan la última vez que se han parado a pensar en la vida, personal o familiar de este colectivo de personas? Las expectativas que tenían, sus familias, y el futuro de sus hijos. Ni tiempo nos da para imaginar sus anhelos, sus dolores y sus preocupaciones. Como le podemos explicar a este colectivo que la cesta de los productos de primera necesidad, se haya disparado hasta tener los siguientes precios:
- Un litro y medio de leche de camella equivale casi a 1€.
- Un kg de carne de camello equivale a 3,50 €.
- Un kg de tomate equivale a 1,10 €.
- Un kg de cebolla equivale a 0,81 €.
- Un Kg de pimiento equivale a 1,29 €.
- Huevos 30 unidades equivale a 2,69 €.
- Pollo 1kg equivale a 2,93 €.
- Aceite de Girasol Safia 1Litro equivale a 1,08€.
- Lentejas 800 gr equivale a 1,46€.
- Arroz largo SOS 1kg equivale a 1,39€.
- Té verde FLECHA 200g equivale a 2,31€.
- Leche CANDIA semidesnatada 1L equivale a 0,66€.
- Detergente OMO 330g equivale a 0,60€.
Desde hace tiempo que veníamos alertando de que solo una política fiscal, puede hacer frente al aumento persistente del nivel general de precios. Una fiscalidad basada en impuestos directos al área comercial de Rabuni y demás comercios, y un control estricto del gasto público ambos dos puede reducir la demanda agregada, lo que llevaría a una caída de la inflación. Endurecer la política fiscal conlleva a reducir la inflación.
Un error no cava una tumba, pero la ceguera de la bolsa de valores de Rabuni y sus gestores deja a su capital financiero al pie del foso, a la espera de un tiro de gracia o de un ejercicio de recapacitación para controlar la inflación galopante. La situación de la clase invisible les puede acercar al abismo.
Abdalahi Salama Machnan
02.09.18
sah_camaguey99[at]hotmail.com
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1 comentario:
Bueno hermano admiro mucho y valor las reflexiones que haces siempre del tema económico en los campamento y tus críticas más que objetivas respecto a la mala gestión llevada por los dirigentes en la capital administrativa rabuni.
Yo pienso lo mismo que sin control eso va a empeorar y la situación se descontrolara y los afectados serán los mismos de siempre un abrazo hermano.
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