por A. Mahyub
El reciente fallecimiento del líder histórico saharaui, Mohamed Abdelaziz, la convocatoria de un Congreso extraordinario para la próxima semana y el fin del ultimátum dado por el Consejo de Seguridad de la ONU a Marruecos para que readmita el componente civil de la MINURSO, expulsado el pasado mes de Marzo, constituyen acontecimientos de especial importancia en un conflicto que ha estado estancado en los últimos cuarenta años y se suman a los eventos que ha conocido el diferendo desde principios de 2016.
La visita del Secretario General de la Naciones Unidas, Ban Ki Moon, a la región del Magreb, la reacción, desmesurada, del Marruecos (oficial y real) y la tibieza del Consejo de Seguridad ante hechos tan graves ponen al conflicto saharaui-marroquí en un momento crucial para el futuro de un contencioso, que dura ya más de cuatro décadas. El juego de Marruecos (con el total apoyo de Francia) ha debilitado al Secretario General de la ONU, ha puesto en peligro la existencia de la MINURSO, ha disminuido el margen de maniobra del Consejo de Seguridad y ha creado un precedente peligroso para la región y para el conjunto de operaciones de mantenimiento de paz en todo el mundo. Los largos años de un statu quo, que ha favorecido a Marruecos y a sus protectores puede que hayan llegado a su fin. El final de ese status quo y el posible desenlace del contencioso, sin embargo, dependerán de las acciones de las partes en el futuro cercano, no de lo haga la ONU.
No creo que sea necesario resaltar los eventos, que se desencadenaron desde la visita de Ban Ki Moon a la región, a principios del pasado mes de marzo, pasando por el continuo rifirrafe entre la secretaría general de la ONU y Marruecos hasta la aprobación de la resolución Resolución 2285 (2016) del Consejo de Seguridad de la ONU. Un período que demostró la verdadera naturaleza del sistema de las Naciones Unidas, representadas en el poco representativo Consejo de Seguridad. Burocracia, ineficacia, inoperancia y un interminable regateo mercantilista de vocablos, sin poder defender a su misión, ni al Secretario General de la ONU.
Los saharauis, que hemos estado viviendo en un universo de luz y color, cumpliendo con todo lo que la ONU decía y creyéndonos todos sus “buenos oficios” nos hemos levantado ante la cruda realidad: La MINURSO es una mentira pagada (y robada) por Marruecos, la honestidad es una cualidad que el Consejo de Seguridad odia en un Secretario General de la ONU y que nuestro futuro (y el de nuestros hijos) está en manos de un sombrío “Grupo de Amigos” y de burócratas corruptos de Francia, deshonestos políticos españoles y una vorágine de personajillos de las súper-democracias de Senegal y Egipto. Toda una temeridad que no nos podemos permitir un solo día más.
Hemos creído que nuestra causa triunfaría el día que lográbamos aislar a Marruecos y desenmascarar su verdadera cara ante el mundo. En cierto modo, el frente Polisario, lo ha logrado. Marruecos vive hoy enfrentada a la Unión Africana, Unión Europea, ONU, AI, HRW y muchos países y organizaciones internacionales debido a su ocupación ilegal de partes del territorio del Sahara Occidental. La monarquía Alauí ha tenido que recurrir a las manifestaciones orquestadas, en más de una ocasión, en los últimos años, para responder a decisiones contrarias a la continuación de su ocupación del territorio. Todo ese aislamiento, sin embargo, lo arregla Francia con la ayuda de la Senegal de turno en el mal llamado Consejo de Seguridad.
Hoy, y gracias a esta crisis, ya sabemos lo que nos espera en todas las reuniones de dicho Consejo. Más regateo mezquino de Francia, España, Senegal y Egipto y más resoluciones que nos condenan por seguir el malvado juego de un sistema antidemocrático, arcaico e injusto. Ha llegado la hora de abandonar este círculo viciosos y pasar a la etapa anterior a septiembre de 1991. Sí, el momento en que éramos dueños de nuestro destino y nos importaba un bledo lo que pensaba Francia, Senegal, España y todo el Consejo de Inseguridad!
Está claro que el momento actual va a representar un punto de inflexión importante en el devenir del conflicto. El comportamiento, irresponsable, de Marruecos violando el acuerdo firmado en 1991 y el procedimiento, imprudente, del Consejo de Seguridad de la ONU en su respuesta a ésta provocación han puesto a la región en un verdadero atolladero. También han desamparado los derechos del pueblo saharaui y liberado al frente Polisario de los compromisos firmados (y cumplidos hasta ahora) con Marruecos ante la comunidad internacional.
Ante este nuevo escenario se despeja el panorama del conflicto. Se agita el estancamiento y se abren horizontes totalmente impredecibles que cada una de las partes intentará, sin duda alguna, aprovechar para pescar en rio revuelto.
Marruecos: Desmantelar el componente civil de la MINURSO y evitar un conflicto militar
Marruecos querrá aprovechar la crisis (o la ha provocado inicialmente) para imponer un cambio en la naturaleza de la misión, aceptada y firmada por las dos partes en 1991, creando una entidad que sustituya a la Misión de las Naciones Unidas para el
Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO) por una Misión de las Naciones Unidas para el
Alto el Fuego en el Sahara Occidental (MINAFSO). Es decir, vaciar la misión de su contenido político y convertirla en el guardián de su ocupación de partes del territorio. Enterrar totalmente el
Referéndum, principal razón para al cese el fuego, sin perder las ventajas que brinda el fin de las hostilidades. Normalmente eso sería imposible sin la firma de ajustes al estatuto firmado por las partes ante la ONU en 1991. Ahora, con Francia, España, Senegal y Egipto en el Consejo de Seguridad, Marruecos cree que puede salirse con la suya.
Marruecos cuenta, además, con una estrategia alternativa por si se frustra esa primera opción. Este “plan B” consiste en lograr que el Consejo de Seguridad, gracias a Francia y España, le garantice que no se vuelva a hablar de una futura ampliación de las competencias de la MINURSO para que incluyan el monitoreo de los derechos humanos y la obtención de una resolución que insista en su “proyecto de autonomía” como solución óptima. Marruecos estará, también pendiente del congreso del frente Polisario y la estrategia del nuevo líder saharaui.
El reino Alauí, igualmente, querrá que esta crisis sirva como aviso a navegantes. Los futuros Secretarios Generales de la ONU o sus representantes especiales deberán saber que Marruecos no tolerará ningún intento de romper el status quo y tratará que se entierren las referencias al referéndum de autodeterminación.
La situación de los aliados de Marruecos permite percibir, con certeza, que una vuelta a la guerra sería lo último que desearía el reino. Arabia Saudí y las monarquías del golfo están empantanadas en Yemen, pendientes de conflictos en Siria e Irak, en una guerra fría con Irán y Hizbullah, con serias acusaciones de apoyo al terrorismo internacional y con los precios del petróleo en mínimos. Francia tiene conflictos en Mali y Libia y necesita a Argelia para lograr la estabilidad en la región y para contener esas crisis y prevenir futuras olas de inmigrantes en las costas de Europa. Con este panorama creemos que Marruecos no está en condiciones de iniciar otra guerra de desgaste, con todas sus consecuencias, tanto a nivel regional como internacional. Incluso si a Mohamed VI se le ocurriera pensar en una aventura militar, quizás por desconocimiento de la historia militar del conflicto o tal vez mal aconsejado, sus propios aliados occidentales no se lo permitirían, al menos en las circunstancias actuales.
Frente Polisario: hacer fracasar la estrategia marroquí y aprovechar la ruptura del status quo y unir a la población alrededor del nuevo Secretario General.
Sabiendo que en política no se puede dejar pasar una crisis política sin tratar de aprovecharla, el Frente Polisario, por su parte, intentará hacer fracasar la estrategia marroquí y aprovechar la crisis actual para enterrar, para siempre, un status quo que ha favorecido a Marruecos y desgastado a los saharauis. Para ello cuenta con que Marruecos se mantenga intransigente y haga valer que su decisión de retirar el personal civil de la MINURSO sea, verdaderamente, “irreversible”. En ese caso no cabe la menor duda de que el ELPS reanudará sus ataques a las fuerzas de ocupación a finales de este verano. La preparación de esa ofensiva ya ha empezado y se aceleraría en los meses de julio y agosto.
En el caso de que las amenazas marroquíes fueran, simplemente, un ataque de pánico para evitar un informe negativo y para neutralizar la búsqueda de una solución y ganar tiempo, la MINURSO volvería al Sahara Occidental pero nada habrá cambiado en el staus quo. Este escenario es el más probable pero también el más contrario a los intereses de los saharauis.
Incluso en ese caso Marruecos tendría que pagar por su aventura. El Frente Polisario podría, entonces, aprovechar el desplante marroquí para obtener mayor rédito político rechazando cualquier vuelta al staus quo. La parte saharaui debería presionar para que se fijara una fecha para la celebración del referéndum y que se incluyeran componentes civiles para monitorear los derechos humanos y para la protección de los recursos naturales del territorio.
El tiempo otorgado por el Consejo a Marruecos para negociar la vuelta del componente civil de la MINURSO llegará poco después del Congreso extraordinario del frente y la elección de la nueva dirección política. Es un momento que debe ser aprovechado por los saharauis para reorganizarse y preparar la etapa venidera. El frente Polisario debería acometer cambios tácticos, tanto a nivel de la organización, como en la forma de interactuar con los actores más importantes en la escena internacional. La lección aprendida debería guiar a los nuevos dirigentes hacia una nueva estrategia diseñada a emprender una ofensiva decisiva que lleve a los saharauis hacia la consecución de sus derechos usurpados en el más breve periodo de tiempo.
A nivel de organización:
- Aprovechar la preparación del Congreso extraordinario para velar por la unidad de todas las sensibilidades de la sociedad saharaui en aras de estar a la altura de los desafíos que plantea esta etapa. El Congreso extraordinario debe ser precedido por conferencias nacionales para debatir las mejores formas de afrontar el futuro lejos de consignas, propaganda o cualquier atisbo de tribalismos o clientelismo. Explicar a la ciudadanía la excepcionalidad del momento y revivir el espíritu de 1975.
- El Congreso extraordinario debería ser un clamor general a favor de unidad nacional y en torno al nuevo liderazgo. El éxito de la etapa venidera dependerá del éxito del Congreso y la unidad en torno al nuevo Secretario General del frente.
- Fortalecer las capacidades del ELPS con recursos humanos y materiales sabiendo que la opción de la vuelta a la lucha armada, en el momento actual, es mucho más factible que una solución pacífica. Si la crisis actual no desata un conflicto armado en el futuro cercano, lo más probable es que sea el preludio de otras dificultades que requerirán de una planificación sosegada de una estrategia de lucha de liberación nacional que ofrezca respuestas inmediatas y contundentes a riesgos o peligros que puedan asomar sin previo aviso a medio y largo plazo. Los bandazos que está exteriorizando el rey de Marruecos revelan nerviosos internos y muestran que el majzén atraviesa una etapa muy difícil, lo que lo convierte en una amenaza imprevisible.
- Incorporar a más saharauis de las zonas ocupadas a la lucha de liberación nacional y trabajar por un frente unido, con un liderazgo único y sólido que sea capaz de aglutinar a todas las organizaciones y activistas y coordinar las mejores estrategias y tomar decisiones sobre el terreno.
- Crear verdaderas infraestructuras en los territorios liberados. Priorizar la construcción de una carretera asfaltada que una a los campamentos de refugiados y los territorios liberados para facilitar el movimiento de bienes y persona. Facilitando, así mismo, la vigilancia y seguridad de los puntos de acceso.
A nivel de relaciones internacionales: la dirección saharaui debe trabajar en tres ejes esenciales para intentar promover el reconocimiento a la causa e influenciar las futuras discusiones del Consejo de Seguridad.
- África: Fortalecer la presencia diplomática de la RASD en la Unión Africana, Sudáfrica, Nigeria y Argelia como ejes esenciales para llegar a todos los rincones del continente.
- Europa: Rebajar, drásticamente, la presencia diplomática en España y fortalecer nuestras representación en Francia, Reino Unido y los países escandinavos. Sabiendo que los gobiernos españoles siempre estarán del lado de Marruecos o supeditados a Francia, sería conveniente dejar nuestra representación estatal a nivel de asociaciones de amigos y organizaciones de profesionales saharauis existentes en el estado español (periodistas, abogados, mujeres, etc..) para que puedan trabajar con el parlamento, partidos políticos y gobiernos autónomos. España, al supeditar su política exterior a los dictados de Francia ya ha dejado de ser un actor serio y equilibrado en la búsqueda de una solución. Trabajar a nivel de la sociedad civil francesa para presionar al gobierno y neutralizar los lobbies pro marroquíes en Francia y que ya están influyendo también en España. Trabajar con los gobiernos del Reino Unido y los países escandinavos para buscar mayor reconocimiento y apoyo a la causa. La intransigencia de Marruecos y su rechazo al referéndum deberían ser el mejor argumento para reivindicar reconocimientos a la RASD.
- América: Fortalecer la presencia en los EE.UU. y trabajar con organizaciones influyentes en Norteamérica para lograr mayor apoyo, tanto de la administración como del Congreso, a nuestra causa. Neutralizar los lobbies pagados por el majzén para desprestigiar a la causa.
Buscar mayor reconocimiento de países latinoamericanos a la RASD y utilizar nuestras relaciones institucionales con países Latinoamérica para crear un frente continental (como la UA) de apoyo a la causa nacional en los foros internacionales.
El Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, puede ser una persona honesta pero dirige a una organización indigna. Moon ha intentado romper una situación de injusticia que políticos de España y Francia han querido mantener a toda costa creyendo en cálculos mezquinos y subestimando la capacidad de resistencia del pueblo saharaui durante más de cuarenta años.
Hoy todo el mundo ha oído la verdad en boca de alguien a quien no se le puede acusar de ser un pro saharaui y hoy, también, ha quedado claro que Francia y España son capaces, incluso, de poner en peligro a toda la región por defender a la monarquía marroquí. El Frente Polisario podrá hacer juego a la ONU en los próximos meses, pero solo durante el tiempo suficiente para preparar la vuelta a la lucha armada. Los tiempos de creer informes y resoluciones cocinados en Nueva York, condimentados en París (y Rabat) y las reuniones del “Grupo de Enemigos del Sahara” ya han pasado, no volverán.
Es el momento de actuar en consecuencia. Nuestro futuro tiene que volver a estar en nuestras manos y lejos de esas mafias. Con el fusil volverán a pedirnos que volvamos a negociar. Será demasiado tarde!
A. Mahyub
Amahayub1[at]gmail.com
3 de julio de 2016
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Un cambio irreversible en el conflicto saharaui