“¿Qué consecuencias tiene, sobre una sociedad determinada, la reproducción en serie de una conducta concreta?”
por
Haddamin Moulud Said, alias Huneifa ibnu Abi Rabiaa
Las noticias procedentes de Nueva York, estos días, no animan, precisamente, a desdramatizar el futuro de nuestro pueblo.
Los saharauis, allá donde se encuentren tienen varios frentes abiertos: la Causa Nacional; el fortalecimiento y consolidación de las estructuras del Estado Saharaui; y, también, tenemos abierto el, in crescendo, frente de los intereses particulares, inobjetablemente, legítimos.
Las sinergias que en el pasado nos habían permitido lograr los grandes éxitos de nuestra historia, hoy, se han volatilizado y, en su lugar, brotan y brillan, los resultados individuales de los éxitos personales que, aún, sumados no añaden ni un gramo a la lucha por la Causa Nacional. Ningún saharaui ha emprendido el camino de la emigración o la obtención de una tercera nacionalidad pensando en la Justa Causa del Pueblo Saharaui. Son otros motivos, que yo ni siquiera juzgo, los que empujan a semejantes actitudes. Como acertadamente, lo ha captado Sidahmed Almustafti, encarnación del éxito personal y profesional allende las fronteras, este es un artículo que pretende acercar el debate a nosotros mismos. Alguna vez tendremos que mirar para dentro. No podemos estar eternamente tirando balones fuera. Porque, en puridad, la cuestión de inevitable planteamiento es si merece la pena o no la carrera en la que estamos inmersos.
Nos conduce a la felicidad, ese embutirse en una nacionalidad que no se ajusta con comodidad al cuerpo? Y a nuestros hijos? El “bienestar” adquirido en Occidente nos reporta, a caso, mayor felicidad, mientras el Sahara no sea independiente? ¿Estamos dispuestos o no a asumir la parte de responsabilidad, para luchar por un Sahara libre, que recae sobre nuestras espaldas?
La gran diferencia entre los inmigrantes saharauis y los de otros países es que mientras éstos últimos tienen dos opciones: instalarse definitivamente, nacionalizándose o no, en las sociedades de acogida o retornar a sus países de origen, la nuestra tiene un panorama distinto: instalarse definitivamente, nacionalizándose o no, en la sociedad de acogida o luchar para que la posibilidad de retorno al país de origen sea una posibilidad verosímil para las segundas, terceras y sucesivas generaciones de emigrantes saharauis.
Nuestra emigración lo ha probado ya casi todo. Desde el desarraigo cultural y la ruptura umbilical con la sociedad de origen, pasando por los matrimonios mixtos y las madres solteras hasta el vuelo de vuelta, es decir, abandonar Europa para instalarse definitivamente en los Campamentos de Refugiados (con o sin título de oro, que diría Khaled). Pero, inexplicablemente, la felicidad parece, extrañamente, ligada a la libertad del territorio de marras.
En tanto que emigrantes o, incluso, nacionalizados, para que nuestros hijos vean y conozcan algo mejor que lo que nosotros hemos vivido, no nos queda más remedio que seguir la senda, de lucha y resistencia, trazada por quienes nos precedieron. Necesitamos fortalecer las estructuras de nuestro Estado. Porque en caso de acentuarse la debilidad, en caso de que la mayoría de los saharauis haga lo que los emigrantes hemos deseado: emigrar (Rawls), en ese caso no se podrá evitar que los Abbasidas terminen fagocitando las ruinas del Reino de los Omeyas. Y ya, entonces, nuestros Reinos de Taifas, en España, estarán condenados a la desaparición eterna.
Sr. Khaled. Yo no he dicho que obtener la nacionalidad española sea delito. He dicho y mantengo que ese acto tiene unas insuperables objeciones morales. Y, desde luego, a largo plazo, no me parece una decisión acertada. Tampoco he dicho que emigrar sea un delito. Más bien creo recordar que dije que era una conducta inatacable. Tan sólo he pretendido abrir un debate, una autocrítica a nosotros mismos. Khaled y buena parte de quienes leen estas opiniones saben quién es Huneifa ibnu Abi Rabiaa y saben, también, que reside en España. En cambio, se desconoce quién es Khaled.
En cualquier caso, el debate, aquí planteado, radica en determinar si la búsqueda del bienestar individual, al margen de la Libertad del Sahara, nos hará más libres o no, a los emigrantes saharauis. De ahí que no entienda que, Usted, me plantee la idea de quedarme en los Campamentos con o sin título alguno. Eso, al fin y al cabo, no tiene nada que ver con el tema planteado. Es más, ya ha habido muchos saharauis que han abandonado España para quedarse en los Campamentos. Por el contrario, lo que ningún hombre o mujer ha hecho ni podrá hacer, es valerse única y exclusivamente de su condición de saharaui para desenvolverse en Europa, por ejemplo.
La clave radica en determinar si el bienestar individual y los retales de libertad disfrutables en occidente, constituyen metas de felicidad y libertad por los que vale la pena abandonar la lucha por la independencia y libertad del Sahara Occidental.
Si no fuere así, entraríamos en otro dilema mucho más difícil de descifrar: averiguar porqué los autores de semejantes actos se han convertido en un modelo de éxito social a imitar por la totalidad de la población. El componente marcadamente material de las explicaciones adelantadas en el brillante artículo de Sidahmed Almustafti, podría ser un elemento necesario pero no es suficiente para obtener una explicación cabal de un fenómeno de semejante naturaleza. Había oído que la fe mueve montañas, pero no sabía que el dinero tenía tan poderosa virtud.
El debate planteado aquí, dirigido fundamentalmente a la emigración saharaui, tiene que ver con los comportamientos sociales dominantes en un determinado período de tiempo.
¿Qué consecuencias tiene, sobre una sociedad determinada, la reproducción en serie de una conducta concreta? Ese es el debate. Y si se quiere, también, las consecuencias sobre las generaciones futuras.
He aludido a la premisa del “desearás para los demás lo que deseas para ti”, para demostrar que si todos los emigrantes hemos elegido, como mejor opción para nuestros intereses particulares, la opción de emigrar, no podremos sino desear lo mismo para todos los saharauis. Y, entonces, habrá que valorar la implicación y consecuencias de tal decisión en la otra premisa a la que había aludido, la del Estado saharaui como garante único de nuestras aspiraciones legítimas.
El problema es que Usted, Sr. Khaled, parece no compartir esta premisa, cuando dice que “la existencia del estado saharaui no nos garantiza esos derecho”. Y eso, francamente, asusta. ¿Quién los garantiza sino? ¿A caso Marruecos? ¿A caso cada cual se garantiza, a sí mismo, todas las libertades individuales y colectivas que desea? Es evidente la falta de seriedad. No cabe duda, por lo demás, que el anonimato, resta gramaje y sustancia a las posiciones, amparadas, sobre todo, en el carácter difuminado de su autor. Ciertamente, el anonimato, cuan ala de avestruz, ofrece un buen cobijo para los planteamientos huérfanos de mayor apoyatura argumental. Y encima quiere que no veamos las orejas del lobo, detrás de esa postura. La incomprensión, por lo demás, de la aportación de Rawls y Nozick a la Teoría de la Justicia y la mención de algunas obras, revela que, a veces, tirar del google, sin más, tiene sus riesgos.
Lo que he dicho y mantengo es que las Libertades Colectivas son más mucho nobles, si cabe el término, que las Libertades Individuales, en tanto en cuanto, en ausencia de tales libertades colectivas, no tiene sentido hablar de las individuales. No me he inventado nada, Sr. Khaled, eso consta así en los tratados de la mejor tradición filosófico-política. Es el sentido común en estado puro. ¿Qué sentido, tiene sino, disfrutar de las libertades individuales cuando no se pueden ejercitar las colectivas?
Marrueco al ocupar el Sahara, en cierta medida, les reconoce a los saharauis unas libertades individuales (por mínimas que fueran), la educación, la sanidad, la circulación, el comercio, la comunicación, etc, etc. Pero les niega cualquier Libertad Colectiva. Ubíquese, pues, Usted mismo en el lado de la balanza que mejor se ajusta a su posición. Yo no insinúo nada, Sr. Khaled, lo repito, otra vez aquí: la posición que Usted mantiene, en el mejor de los casos, es una quimera, en el peor, es pura propaganda marroquí.
Si a caso un ejemplo gráfico, explica mejor el sentido de estas ideas. Supongamos que Usted o yo, obtiene un pasaporte español. En tal caso, Marruecos, nos permitiría entrar y salir sin mayores dificultades en las Zonas Ocupadas. O sea, nos reconoce la libertad individual de circulación y de visita. Ahora bien, hagámoslo, a la vez, cien saharauis provistos de pasaportes españoles y, verá Usted, quien baja de la escalerilla del avión. O mejor, aún, que lo haga uno sólo pero sin pasaporte español ni argelino, tan sólo como saharaui. Ahí reside, no sólo la preeminencia de la Libertad Colectiva sobre las individuales, sino el carácter quimérico o fantástico de la idea de que la búsqueda de la libertad individual fuera de la Libertad Colectiva, reporte felicidad o libertad al hombre.
Haddamin Moulud Said. Valencia (España), alias Huneifa ibnu Abi Rabiaa; a 24 de Labyadh Lawal del año XXXV de la Fundación del F. POLISARIO.
05.05.08
--------------
Esto texto esprime la opinion del autor y no de los moderadores del foro.Ce texte exprime l'opinion de l'auteur et n'engage pas les modérateurs du forum.This text expresses the opinion of the author and not of the moderators of the forum.

DÉBILES ECOS DEL 20 DE MAYO II.