por Haddamin Moulud Said
Los saharauis no queremos un referéndum. Lo que, realmente, queremos es recuperar la plenitud de soberanía sobre la totalidad del Sahara Occidental. Sin embargo, las circunstancias han puesto, a nuestro legítimo representante, en la tesitura de abordar algunas vías de solución al conflicto que, además de la independencia, han incorporado al ómnibus del lenguaje, otros vocablos como el principio de autodeterminación de los pueblos, la Carta Fundacional de NN.UU., la Resolución 1514(XXV) de la ONU, el referéndum de autodeterminación, la integración, la autonomía, las negociaciones directas e indirectas, las negociaciones con condiciones, otras sin condiciones, etc., etc., etc.
Nuestro anhelo a la libertad y la independencia no nace de la Carta Fundacional de NN.UU, ni tampoco de la Resolución 1514 (XXV) de la ONU. Nuestras ansias de libertad e independencia nacen de nuestra firme e inequívoca voluntad de ser un país libre y soberano. Casualmente, la legalidad internacional está de nuestro lado, pero no es la fuente de donde mana nuestra voluntad de imponer nuestra soberanía sobre la totalidad de nuestro territorio. Es más, nuestras ansias de libertad e independencia son anteriores a todo el corpus iuris que conforma la llamada legalidad internacional. De ahí que ésta no sea, ni de lejos, la base de nuestras reivindicaciones, pero sí un buen apoyo. Nuestra voluntad y determinación para recuperar la plenitud de soberanía sobre el Sahara Occidental es tal, esa voluntad y determinación, que aún en el supuesto de que la legalidad internacional no estuviera de nuestro lado, seguiríamos luchando por recuperarla. Y ello es así, porque en los inicios de nuestra lucha, a ninguno de nosotros, le sonaban, ni de lejos, los términos legales que acabo de exponer. Es decir, iniciamos la lucha porque hemos decidido liberar nuestra tierra, no porque ningún texto legal nos dé el derecho a hacerlo.
En resumidas cuentas, nuestra voluntad y determinación han alcanzado tal punto que hemos creado nuestro propio Estado, la RASD, sobre la parte del territorio que nuestros mártires han regado con su sangre impidiendo a la maquinaria bélica enemiga ocuparlo, nos hemos dotado de las instituciones con la que se suelen dotar los demás Estados y, además, nuestro Estado es uno de los estado fundadores de la Unión Africana, donde tenemos representación permanente, además, de unas cuantas Honorables Embajadas repartidas por medio mundo.
Todo esto merece la pena ser recordado, porque de un tiempo a esta parte, parece ser que el referéndum, en lugar de ser un medio que nos permita recuperar la plenitud de soberanía sobre la totalidad de nuestro territorio, se ha convertido, el propio referéndum, en un fin en sí mismo. Llegando a utilizar otros medios para, en lugar de recuperar la plenitud de soberanía, tan sólo aspirar a la celebración de un referéndum.
Y merece, también, ser recordado, porque últimamente, existe una grave confusión en las elites del POLISARIO. Incluso, a veces, uno tiene la sensación de que, en la jerarquía ‘polisaria’, existe algún que otro elemento que fantasea con la aborrecible propuesta marroquí de la autonomía.
Por ello tenemos que puntualizar que, al POLISARIO y a sus representantes, les corresponde hablar, siempre fuera de los Campamentos, de las distintas opciones o medios que el POLISARIO baraja para alcanzar la solución al conflicto y utilizar todos los vocablos al uso en la jerga diplomática. En este sentido pueden decir, como hacen con excesiva reiteración (uno quisiera que no lo dijeran más de lo estrictamente necesario) que el POLISARIO lucha para garantizar el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, acepta las negociaciones indirectas, acepta debatir la propuesta de la autonomía, etc., etc., etc.
Lo que no es de recibo, es que en una reunión de cuadros del POLSIARIO o una conferencia en una ‘daira’ o ‘wilaya’, nuestros dirigentes, se dediquen a explicar las bondades del principio de autodeterminación de los pueblos o las posibles opciones que el POLISARIO acepta en unas u otras negociaciones o cualquier asunto que no sea estrictamente el de la recuperación de la plenitud de soberanía sobre la totalidad de nuestro territorio. Es decir, en la ONU o sentados en la mesa de Chistopher Ross, los responsables del POLSIARIO, pueden hablar de la autodeterminación, las negociaciones y lo que sea. Pero lo que no es admisible es que en nuestras propias ‘dairas’ estemos hablando de algo distinto a la irrenunciable tarea de completar la independencia total del Sahara Occidental.
O dicho de otra manera. Sólo admitimos el uso de cierto lenguaje (autodeterminación, negociaciones, opciones de referéndum) en boca de Mohamed Abdelaziz, cuando está fuera de los Campamentos, o en boca de Ahmed Bujari y Mhammad Jaddad. Los demás dirigentes saharauis, Abdelkader Taleb Omar, Mohamed Salem uld Salek y todos los demás, deberían abstenerse de usar cualquier vocablo que no sea el de la recuperación de la plenitud de soberanía sobre la totalidad de nuestro territorio. Es decir, de puertas a dentro, que nadie nos mencione ningún vocablo que no sea la independencia total. De puertas a fuera, en tanto que son nuestros legítimos representantes, pueden usar, con limitaciones, los vocablos que la legalidad internacional acostumbra.
De puertas a dentro, quisiéramos que el POLISARIO recuperara la iniciativa, cuyo dominio ostentaba durante los años de la guerra. No resulta de recibo que nuestro legítimo representante se estanque, en lo que a medios de solución del conflicto se refiere. Y digo se estanque, porque hasta el momento sólo se le conoce un medio: las negociaciones. Si, es verdad, tiene otro: además de las negociaciones, de vez en cuando (últimamente, cada vez menos) recurre al medio de la amenaza con el retorno a las armas. Pero no se le conoce ningún otro. ¿Y no existe nada que hacer que no sea esperar un interminable proceso de negociaciones? ¿No podría el POLISARIO hacer nada más? Supongo que más de 20 años comportándonos de modo pulcro constituyen un activo que podría salvarnos en caso de proceder a una pequeña y puntual incursión en el muro. Diríamos, por ejemplo, que ha sido un grupo de jóvenes radicales que no aceptan 20 años sin paz ni guerra y que ya han sido detenidos y puestos a disposición judicial.
A más de doce meses vista del próximo Congreso General del F. POLISARIO sería interesante que los saharauis, especialmente a aquellos que anteponen nuestra voluntad de recuperar la plenitud de soberanía, incluso, a la propia legalidad internacional, para tuvieran en cuenta estas cuestiones para que los futuros congresistas las recuerden a la hora de emitir su voto para, así, castigar, electoralmente hablando, a aquellos dirigentes saharauis que confunden la terminología legal con la genuinamente saharaui.
Haddamin Moulud Said
30.09.10
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