Estaba cantado. Tarde o temprano, la sociedad saharaui iba a buscar el calor de las revoluciones del norte de África para llevar a cabo sus propias reivindicaciones.
Sucede que desde hace unos años, las noticias sobre la corrupción, el tribalismo, la adulación, el nepotismo, el favoritismo y, en general, el desgaste de toda la administración, venían sedimentándose en las profundidades saháricas para formar unas sólidas corrientes submarinas que, al soplar los vientos de libertad desde el norte de África, enseguida, han emergido a la superficie para hacerse presentes sobre las arenas de La Hamada. Resultado: hoy tenemos pintadas en las paredes de los Campamentos, hay una manifestación programada para el próximo 05-03-2011 en Rabuni y hay un Manifiesto público que reclama la adhesión de todo hombre o mujer comprometido con la Justa Causa Saharaui. Y es de esperar que el regreso de los jóvenes que estudian en Libia, ofrezca un mayor impulso a esas reivindicaciones populares.
Al final, el argumento tantas veces alegado por el Poder para apaciguar los ánimos y alejar cualquier tipo de reivindicaciones, según el cual, cualquier movimiento interno favorecería a Marruecos, ese argumento, al final, ha caído por su propio peso, por la sencilla razón de que, a ojos de la inmensa mayoría, si no podemos hacer nada para mejorar el sistema, sino podemos hacer nada para cambiar nuestros dirigentes, sino podemos hacer nada para atajar la corrupción, el favoritismo, la adulación, etc, etc, etc, porque ello favorece a Marruecos, entonces, ese país, Marruecos, se ha convertido en el verdadero guardián y garante de esos males que aquejan el sistema por cuya reforma clama la opinión pública.
En el fondo, la legitimidad argumental sobre la que la sociedad asienta sus reivindicaciones descansa sobre una sentencia inapelable que podría resumirse, más o menos, como sigue:
“Nosotros, los saharauis, no podemos aspirar a resolver nuestros propios problemas siguiendo con los mismos actores que han fracasado durante más de 35 años”.
Ciertamente, el argumento es inatacable. Y para desvirtuarlo, al Poder, no le queda más remedio que falsear la realidad. Es decir, demostrar a la opinión pública saharaui, que las cosas no están mal como las pintan algunas “malas lenguas”. Para ello, tiene que convencernos de que la educación, la sanidad, el ejército, exteriores y la administración pública funcionan mejor, ahora, que hace un año, dos años, tres años o veinte años.
Afortunadamente, en una magistral demostración de madurez política e intelectual, la sociedad civil, ha optado, en sus reivindicaciones, por la reforma y no por la ruptura con el sistema actualmente vigente. Se reclaman reformas profundas del sistema pero, siempre, respetando la estructura institucional vigente. Es decir, la sociedad saharaui, especialmente la juventud, es consciente de la especificidad, peculiaridad y fragilidad de nuestra situación política. Pero también es consciente de que nuestra Causa Justa está tan arriba en los cielos de Dios que, lejos de resentirse por estos movimientos sobre la tierra, no podrá sino salir fortalecida.
Desde luego que el gran perjudicado por el triunfo de una reforma dentro del POLSIRIO, ese es, sin duda alguna, Marruecos. Tiembla el Majzen cuando constata que las estructuras saharauis se han reformado para robustecer las esencias ideológico-políticas del POLISARIO. Un verdadero pavor le entra cuando comprueba que la reforma operada en el POLISARIO dota de nuevos brillos a la Causa Saharaui. Por lo demás, el resto de la Comunidad Internacional, incluida Argelia, no tendrá más remedio que asumir que la voluntad del pueblo saharaui para alcanzar su independencia y libertad es ya algo inmutable, que las nuevas generaciones no hacen sino dotar de mayor consistencia y solidez las reivindicaciones legítimas que habían alumbrado sus generaciones precedentes. Este es, en esencia, el mensaje que todo observador extranjero podría extraer de una eventual reforma dentro del POLISARIO.
Es evidente que estas reivindicaciones plantean un serio reto al Poder. Por una vez tiene que decidir qué mecanismos adopta o qué estrategias instituye para interactuar con las reclamaciones populares a escasos meses del inicio de los trabajos del próximo XIII Congreso General del Frente POLISARIO.
Lo cierto es que si el XIII Congreso General, que dada su trascendencia capital bien podría llamarse Congreso del Mártir Mahfud Ali Beiba, consigue podar toda la hojarasca y ramas secas que parasitan el árbol para, en su lugar, dar a paso a la savia nueva y a los brotes verdes, entonces, el Congreso Mahfud Ali Beiba habrá conseguido la garantía de eternidad para el Proyecto nacionalista marcado con sangre sobre las arenas de Saguia Al-Hamra y Río de Oro
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