por Lehdía Mohamed Dafa.
Los campamentos saharauis han sufrido la mayor devastación, a causa de las fuertes lluvias, de toda su historia. Miles de familias se han quedado sin casa y han perdido gran parte de sus escasas pertenencias. Aunque no haya que lamentar victimas, la situación es catastrófica, tal y cómo han declarado las autoridades saharauis.
También los edificios públicos, ministerios, hospitales, escuelas, etc… han sufrido las consecuencias de las inundaciones, y muchos de ellos han quedado derrumbados total o parcialmente, dejando a los enfermos sin atención y a los niños sin escuela.
Cuando se empezó a sentir la gravedad de la situación, las familias subieron, por sus medios, a las zonas mas elevadas, instalándose en refugios provisionales, auxiliándose y cobijándose unas con otras, con una solidaridad que recordaba la de los primeros años.
Dajla ha sido la wilaya que ha sufrido mayores daños, habiendo quedado prácticamente destruida. Pero también Smara, Auserd y Bojador se han visto muy afectadas.
La ayuda humanitaria se ha hecho esperar. En algunos casos las botellas de agua y barras de pan han tardado mas de 6 días en llegar. La primera ayuda llegó de la solidaridad argelina, y poco a poco hemos ido teniendo noticias de envíos de ACNUR, Canada, Italia, Turquía, Australia, Mauritania… cabe esperar que el número de países vaya aumentando. Cuando escribo estas líneas el Estado español no ha reaccionado, ni ha enviado ningún tipo de ayuda. Un hecho, creo, sin precedentes en la historia de la cooperación española. Sólo las redes sociales y las organizaciones de apoyo al pueblo saharaui se han movilizado tratando de aportar toda la ayuda de la que son capaces.
La nota indignante la ponen las noticias que empiezan a llegar de que algunos carroñeros están vendiendo tiendas campaña y otros materiales aprovechándose del estado de necesidad de la población.
Todavía, quizás, es prematuro hacer un balance de la respuesta de la administración del F. Polisario. Pero, mas adelante, habrá que analizar cualquier tipo de deficiencias, para corregirlas en el futuro y para elaborar o mejorar: sistemas de alerta, planes de evacuación, redes de suministros de emergencia, atención de campaña a heridos, prevención de epidemias, etc..
En unos días o semanas, cuando se haya secado el terreno, comenzarán las tareas de reconstrucción. Las familias tendrán que hacer acopio de recursos para volver a levantar sus casas y jaimas, tratando de recuperar, poco a poco, la “normalidad” en ese medio inhóspito y en teoría provisional, de un refugio que se eterniza.
Y este interregno ofrece una oportunidad única para reflexionar sobre muchas cosas, la principal es: si ahora que estamos en la “casilla cero” queremos volver a reconstruir lo que había, si queremos seguir como estábamos, o si por el contrario tenemos que aprovechar las circunstancias, haciendo de la precariedad virtud, para introducir cambios en distintos niveles.
El F. Polisario tendría que abrir una reflexión y debate de forma inminente o en el marco del próximo Congreso, que inevitablemente va a estar “pasado por agua”, sobre aspectos como:
- La conveniencia de mantener un campamento como el de Dajla, separado por 200 km del resto, con los inconvenientes de todo tipo que esto comporta.
- La necesidad de suministros básicos a las familias de materiales y técnicas de construcción, que permitan que las nuevas casas resistan las lluvias sin que los muros de adobe se caigan o disuelvan.
- La conveniencia de elaborar una normativa de seguridad y salubridad en las nuevas casas, que no permita la construcción en cursos (secos) de agua o laderas o que ayude a que se cimenten las casas y se armen los bloques de adobe.
- La elaboración de unos modelos básicos sostenibles de planeamiento urbano, que racionalicen el espacio en los usos residenciales, comerciales, corrales de animales, servicios públicos, administración, trazados viales, etc..
- El esfuerzo para dotar de pequeños créditos o ayudas económicas a las familias y comerciantes para que reconstruyan sus casas y tiendas.
Pero todo esto también es de incumbencia directa de las familias, y éstas tienen que crear, con autonomía y libertad, espacios de participación y de negociación con las autoridades. No se debe tolerar, ni seguir sufriendo la letanía de siempre, de la unidad nacional, del enemigo infiltrado, del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, etc., etc. Ahora toca arreglar eficazmente los problemas de hoy sin escudarse en la solución de un mañana incierto.
Las mujeres deben participar a todos los niveles en las decisiones y en las tareas de reconstrucción. Ellas, mejor que nadie, conocen y viven los problemas diarios, tanto propios, como los relativos al cuidado de los niños, ancianos y personas dependientes.
Contamos con profesionales capaces, a los que nos se les puede pedir el salvoconducto de su fidelidad política, ni tratarlos como meros subordinados, para que con su experiencia y conocimientos desarrollen un conjunto de iniciativas realistas que contribuyan de forma efectiva a mejorar el bienestar de la población.
Muchos saharauis, lamentablemente, ni siquiera tienen la posibilidad de soñar, ahora que se enfrentan a la tarea de tener que reconstruir sus casas y reiniciar sus trabajos, por falta de medios, con empezar una nueva vida en otros lugares: España, Argelia, los Territorios liberados, el Sahara ocupado, Mauritania… Creo que es el momento de abrir un debate nacional sobre la conveniencia de construir una auténtica Ciudad de refugiados saharauis, a imagen y semejanza de Tinduf, hermanada y comunicada con esta, que ofrezca una vida digna a los saharauis, que quieran hacerla suya, mientras se sigue esperando a la resolución del conflicto, que siendo optimista, hay que calificar de estancado.
No faltaran las voces que en el debate consideren que fijar una residencia estable en la hamada (nunca podrá ser definitiva mientras tengamos el Sáhara en nuestros corazones) es reconocer nuestra derrota; pero el orgullo o la instrumentalización política de las precariedades del refugio, en mi opinión deben subordinarse a ofrecer una vida digna a los saharauis, la mejor de la que seamos capaces. La lucha por recuperar total o parcialmente la soberanía sobre el Sáhara Occidental seguirá de mil formas, pero el camino se vislumbra largo, hagámoslo con las mejores provisiones.
El agua de las lluvias puede, también, haber empapando el orden del día del XIV Congreso del F. Polisario.
Lehdía Mohamed Dafa.
lehdia.m.dafa[at]gmail.com
27 octubre de 2015
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31.10.15
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