« [La gente] en general, y dentro de ciertos límites, desea comportarse según principios económicos, hacer “eficientes” sus actividades y su organización más que incurrir en despilfarros.»
El fin de toda organización económica, incluido el sistema económico en su conjunto, es satisfacer los deseos y necesidades de los seres humanos. Juzgamos la actuación económica en términos de este objetivo. Este enfoque no implica una preocupación exclusiva por el logro material, si la prioridad fuese tocar la cima tecnológicamente o el prestigio nacional, una economía que alcanzara estos fines estaría actuando correctamente según nuestros patrones. Si la población coincidiera en la creencia de que el propósito de toda actividad humana debiera ser la glorificación de la divinidad, entonces un sistema económico que apoyara esta consagración sería bueno. Sin embargo, para nuestros propósitos es que la preocupación primaria de los individuos recae sobre los bienes y servicios económicos habituales. Así pues, el sistema económico se juzga por lo bien que satisfaga las necesidades económicas de la población.
El estado Saharaui y su economía tendrán graves problemas para una futura transformación hacia sistemas orientados al mercado. Se deben definir infinitas cosas de índole jurídica, y otras de mayor calado de carácter económico. Tendrá que construir mercados de capitales y crear sistemas bancarios, monetarios y financieros. Tendrá que diseñar sistemas contables con sentido para que las empresas puedan ser valoradas y sus resultados juzgados. Debe revisar las leyes para permitir nuevas formas de organización económica, nueva forma de propiedad y nuevo tipo de transacciones. Tendrá que encontrar gestores que puedan operar en un sistema de mercado y competir en el mercado mundial. No es la intención de este artículo hacer una apología al pesimismo reinante, pero si alertar desde ya, de que si no invertimos y aunamos esfuerzo en la educación y formación de nuestros jóvenes. Todo lo anterior no tendrá un capital humano capacitado que lo pueda gestionar y conducir a un buen puerto. De momento, no hemos llegado al extremo de que se encienda la luz roja, pero sí podríamos decir que se encuentra en un inquietante ámbar. Sin ir más lejos, las estadísticas del Ministerio de Educación Saharaui reflejan unas altas tasas de absentismo escolar y desmotivación; También se palpa la falta de personal docente, el deficiente y obsoleto material didáctico y pedagógico, la nefasta gestión organizativa, la emigración constante de niños a colegios en Tinduf “según el poder adquisitivo de los progenitores”.
Ante tales problemas que soluciones hay, pues, nosotros mismos somos los que tenemos que ir adoptando una conciencia colectiva para ir asimilando el pago de una tasa impositiva” Suplemento solidario”, para garantizar la calidad y continuidad de nuestro sistema educativo en los campamentos. Si cada familia aportará por hijo escolarizado la suma de 150 Dinar Argelino/ mensual, el equivalente aproximado según el canje de 1,10€. Habremos creado una red de autofinanciación sólida que dé respuestas a las familias, a los alumnos, al profesorado y habremos ayudado a la misma ministra de educación salir de su atolladero. Plantearlo así suena utópico, pero es posible, sabemos que ningún sistema puede resolver el problema de coordinación con más efectividad que un sistema de mercados mediante precios e impuestos. Hay modelos matemáticos para demostrar que, en las economías con determinadas características como la nuestra, las asignaciones que genera un sistema de precios son siempre eficientes para el conjunto de la sociedad.
Nadie en su sano juicio se le escapa que en los campamentos, independientemente de nuestra condición de refugiados impera la fuerza del sistema de mercado. Existe la propiedad privada, circula la divisa, casas de cambio, venta al por mayor, venta al por menor, cooperativas y pequeñas sociedades limitadas que controlan el sector del transporte. Hay talentos que han amasado fortuna de la nada y han visto crecer sus beneficios. Ante tales circunstancias y en las condiciones adecuadas, las fuerzas impersonales del mercado, en el argot de los economistas, la “mano invisible” de Adam Smith, llevan a las personas a realizar las acciones necesarias para alcanzar un conjunto de elecciones eficiente y coordinado. Lo cual sería sumamente confortador para ellos y positivo para el conjunto de la sociedad que reinviertan parte de sus beneficios en estas escuelas, estos colegios, estas guarderías, donde también están sus hijos, sus sobrinos, sus familiares, sus vecinos y sus compatriotas. No debe cegarnos el individualismo, ni creer que solo el YO y solo el YO puede construir algo. De lo que se trata es de educar a las futuras generaciones para la adquisición del conocimiento, el liderazgo, el servicio, y el éxito para moldear nuestro país en un mundo cada vez más interdependiente. También dignificar el trabajo del maestro, del profesor, del orientador, del monitor...... Exigirle a este plantel cumplir su función, hacerle saber sus derechos y sus obligaciones, retribuirle nominalmente y cesarle si incumple con su labor. Así, todos: yo, tú, él, aquellos y estos habremos ganado sabiendo que nuestros hijos tienen una escuela en condiciones, una educación en condiciones y que el porvenir de un país está garantizado. Sin educación no hay futuro que valga. Nelson Mandela que en paz descanse dijo: "La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo".
Por un Sahara Libre e Independiente.
ABDALAHI SALAMA MACHNAN, BARCELONA.
23.12.13
sah_camaguey99[at]hotmail.com
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