por Manuel Sobrino
Desde que el pasado 8 de noviembre las autoridades marroquíes desmantelaran a la fuerza el campamento de protesta Gadaym Izik, la opinión pública española no ha dejado de pedir justicia para el pueblo saharaui. Varias son las razones que llevan a los ciudadanos españoles a solidarizarse con los saharuis, desde un cierto sentido histórico de culpa, por haber sido colonia de España hasta 1975 y haberla dejado sumida en una invasión marroquí y, no olvidemos, mauritana; hasta por el gran número de niños y niñas saharauis que cada verano llegan a España, que son el reflejo más palpable de la injusticia de ser unos desterrados, y que han conseguido sensibilizar a una gran parte de la población del otro lado del mediterráneo.
A pesar de este compromiso hacia la "causa" saharaui, el resto de la opinión pública occidental ignora el drama del Sáhara Occidental. Ni si quiera en Francia -país que sistemáticamente bloquea la posibilidad de que la MINURSO tenga un mandato de vigilancia y protección de los derechos humanos en los territorios ocupados por Marruecos- la ciudadanía francesa, tan activista y movilizadora para otros aspectos, levanta la voz.
Al antíguo Sáhara Español solo le queda España, ya no puede contar ni con Libia ni con Argelia, y esta situación no es para nada alentadora. No lo es porque el Gobierno presidido por Zapatero se encuentra entra la espada y la pared y sabe que la única manera que tiene para evitar ser atravesado desde el pecho hasta la espalda es quedarse lo más quieto posible. Pese a ello, intenta disimularlo, haciendo gala de diplomacia, de reuniones herméticas en las que parece tenerlo todo bien controlado. Cierto es que en ocasiones le ha dado frutos -considérese como ejemplo de relativo éxito la liberación de disidentes cubanos- pero en el caso que nos atañe opta por esta vía porque se sabe incapaz -quizás por precaución, pero también por falta de autoridad internacional- de dar un paso al frente y hacer lo que los españoles, con sus contínuas protestas y manifestaciones públicas, están pidiendo que realice: parar los píes al reino alauí y mostrar su más absoluto apoyo a los saharáuis a quienes hace 35 años se abandonó.
El Gobierno español clama a la calma y avisa de los peligros que conllevaría esa postura: terrorismo islamista, flujos migratorios hacia Europa descontrolados, intensificación de las reivindicaciones de la marroquinidad de Ceuta y Melilla, cese la explotación pesquera en las costas saharauis, etc. Esta retórica, y España lo sabe, no es más que un vil chantaje por parte de Mohamed VI; pero no supone una nueva extorsión, sino que vuelven a ser las mismas amenazas repetidas por el Gobierno marroquí cada vez que sus vecinos del norte hacen algo que no resulta "adecuado". Sin embargo, la población española, con sus contínuos actos de protesta, grita que las conoce y las asume, sabiendo que los "intereses de Estado" no deben justificar la renuncia a cumplir con sus responsabilidades históricas, que persiguen a España de generación en generación y que no desaparecerán hasta que no tome cartas en el asunto.
Colonialismo de nuevo siglo
Mucho se ha hablado y escrito estas semanas de la situación que llevan sufriendo décadas las familias saharauis, sin embargo, yo no he llegado a oir con claridad una idea que me parece básica: el Sáhara Occidental no reclama un referendum para conseguir su autodeterminación, sino para, estando ya en el siglo XXI, lograr su descolonización.
África fue invadida y saqueada desde que los primeros marineros portugueses se adentraron en el continente en el siglo XV para "reponer fuerzas" en su camino a Asia. Siglos después, tras haber sufrido el despotismo europeo, los africanos se libraron de la lacra occidental a lo largo del siglo XX; todos menos los saharauis, quienes únicamente cambiaron de potencia colonizadora.
El Sáhara Occidental representa en la actualidad el más extenso territorio no autónomo en todo el mundo y permanece, al menos de iure, bajo control de las Naciones Unidas, a pesar de que a casi ninguna de esas naciones parezca importarle lo más mínimo.
Suenan tambores de guerra entre los jóvenes saharauis, pero ni ellos mismos confían en que una guerra contra Marruecos, del todo imposible de ganar, vaya a ser la solución. Su lucha pacífica, simbolizada por Aminatu Haidar, deberá seguir, pero nunca más deberá caminar sola.
25.11.10
--------------Este texto expresa la opinion del autor y no de los moderadores del foro.
25.11.10
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2 comentarios:
Yo me conformaría con que simple y llanamente condenaran la agresión de unas fuerzas policiales y militares armadas sobre una población civil inerme, perdón, "pertrechada" con cuchillos de los disponemos a montones en cualquier casa,piedras del desierto y bombonas para cocinar y hacer el té.
Condenarían en cualquier lugar del mundo Tibet,Somalia,Afganistán...y es correcto, los derechos universales deben prevalecer sobre los intereses particulares de lo contrario nos vaciamos interiormente. Pero ésto, cuando le toca de cerca a uno/a parece no estar tan claro.
Pero ya, más que una exigencia es un consejo, el Presidente de la Junta de Extremadura ya ha expresado algo al respecto.Si no condenan aquí, pierden legitimidad para hacerlo en otro sitio.Pues les dirán:¿Usted no antepone sus intereses personales a los derechos humanos?.Yo, también.
jb
,,señor sobrino en lo real cosi comparto contigo todo tu analisis menos en un solo punto, que desde mi punto de vista te habias pasado un pelin de rosca,,, y es que señor sobrino ,me imagino que no tendras un barometro de medir ,,la disponibilidad,,la voluntad de la juventud saharawi,,,tedire señor a unque ya no vivimos en los campamentos ni en maruecos ,,,estamos dispuestos mas que nunca alo que sea para liberar nuestros teritorios ocupados,,,
,,,,,bacarkori@hotmail.es
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