13.6.10

La trampa de la tradición

por Manuel Sobrino

El mantenimiento de la cultura, de las tradiciones y de los valores característicos resulta para una nación sin Estado de mayor importancia incluso que para cualquier país establecido institucionalmente en su plenitud. La modificación de lo que le caracteriza supone el riesgo de perder su identidad, lo que le hace diferente. La mezcla cultural es enriquecedora, pero, ¿un pueblo sin independencia debe temerla? ¿Debe autolimitarse de entrar en contacto con otras realidades?

Si nos aventurásemos a identificar diferentes grupos de población entre la sociedad saharaui podríamos describir tres grandes colectividades: en primer lugar, los refugiados que viven en los campamentos de Tinduf. Entre ellos se encuentran los miembros del gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática, así como miles de personas que huyeron de la guerra con Marruecos y Mauritania. La esperanza de todos sigue siendo regresar a sus hogares. Desde la añoranza y la distancia defienden el uso de la melfa, el hassanía como idioma, la ceremonia del té o, incluso, la colonización española en contraposición a la francesa como otro de sus rasgos identitarios.

Los saharauis que viven en los territorios ocupados por Marruecos representarían un segundo grupo de la población. Ellos y ellas son allí una minoría, la colonización promovida por el reino alauí ha ocasionado una marginación social de los saharauis y un intento de asimilación con la población marroquí. Los jóvenes están cambiando el hassanía por el dariŷa, los movimientos reivindicativos prosaharuais corren el peligro de perder fuerza, la Intifada iniciada en 2005 no ha sabido mantener su intensidad.

El tercer gran grupo poblacional está compuesto por los expatriados residentes en otros lugares del mundo. Son en su mayoría personas formadas académicamente en otros países como Cuba, España, Argelia o Libia, y que decidieron o deciden asentarse en el extranjero, donde puedan ejercer sus profesiones y tener una vida más cómoda que la ofrecida por el destierro en la hamada. Su sentimiento nacionalista saharaui es incuestionable, aunque la conservación de las tradiciones cuando uno se encuentra lejos de su patria siempre es más difícil, y más complicada resulta aún para las nuevas generaciones, nacidas ya en una sociedad ajena a sus raíces.

Podríamos detectar un cuarto grupo poblacional, los residentes en los territorios liberados, pero no quiero entrar a categorizarlos en este momento, su realidad merece una reflexión más específica; aunque, de forma global, su situación no dista demasiado de la vivida por los refugiados en Tinduf.

Todos diferentes, pero unidos por unos mismos valores, sus valores; unas tradiciones que aún no recuperaron su tierra, pero que sí se conservan en su pueblo. Pero, ¿podrá seguir siendo así? ¿Hasta qué punto una población dividida entre refugiados, ocupados y expatriados puede mantenerse unida en torno a una causa común? ¿Cómo han de compaginar los cambios sociales inherentes al paso del tiempo o al contacto con otras culturas con la defensa de sus tradiciones, cuando en ese equilibrio se juega el que la llama de su causa siga viva?

La situación de los saharauis, obviando grandes diferencias, podría compararse a la de los miles de judíos/israelíes que durante años vivieron, y siguen viviendo, fuera de su lugar de origen. Ellos supieron mantener su identidad durante siglos, la religión fue la clave de tal logro; pero, ¿podrán los saharauis mantenerla durante más décadas de las ya transcurridas?
13.06.10

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Este texto expresa la opinion del autor y no de los moderadores del foro.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

La respuesta a la última pregunta, está en la misma pregunta. Pues le basta al autor echar un vistazo a los miles de conflictos que hubo en este mundo para darse cuenta de que los afectados siempre se aferraron a sus tradiciones y culturas.
Fíjese,sino, en los indios en Bolivia que después de cinco siglos de colonización española, aún mantienen sus costumbres.
Ya pueden pasar milenios, los saharauis seguiremos unidos por miles de lazos (conservando, o sin conservar, la tradición SIN trampa).
Saludos.

Said dijo...

Saludos,

Grácias por este artículo pero sobre todo por la reflexión. Pues en contrapartida del comentario anterior no lo tengo tan claro que podamos conservar nuestas tradiciones y cultura con el paso del tiempo. Creo que hace falta algo más que guiarse por lo que han heho otras culturas para conservar y que predurara con el paso de generaciones. Que hemos hecho nosotros para que las generaciones futuras se mantienen y que esté orgullos de su cultura. Cabe hacer cada uno de nosotros a nivel personal pero aún más a nivel colectivo. Basta echar un vistazo las calles para darse cuenta de que nos estamos mudando. Nos estamos depejando no solo nuestra cultura, pero a mí el que me entrestece es el abandono de los valores que tanto nos han inculcado nuetros padres. Solo con ver cosas y pensar en como serán las próximas generaciones me llora el corazón. Espero equivocarme.

Saludos